VAIVÉN
BRONCÍNEO DE CAMPANAS
Con un roce levemente húmedo
de sus labios
en mi mejilla tímida
repentinamente
Laura se despidió
en aquella noche breve de febrero
del siglo anterior.
Sus cejas
tupidas y negras
sus ojos de un eterno tono café
su voz cantarina y suave
su piel de doncella dueña de todas las estrellas
su pasión por la poesía y la lluvia
la tallaban: musa inalcanzable,
etérea.
Cuánto tiempo se evaporó
en el vaivén broncíneo de las campanas
de la iglesia San Agustín,
cercana al café libanés.
Solamente las campanadas continúan escuchándose.
Siempre supo cuánta emoción contuve
siempre supe sus latidos eran del viento
esquivo
y así, en mi tormento
quedé.
Hubo el reencuentro
alzando copas de vino.
Jóvenes ya no éramos, ¡no!;
mas la majestuosidad de la vida estaba con ella.
Tampoco me atreví a confesar
el efecto de la música de sus gestos
la magia de sus pasos
de sus pasos leves
desplazándose por el planeta
como si levitara
feliz
mientras sus caderas se agitaban
en rítmica danza
consumiendo mi aliento.
Otra despedida aconteció:
fue la final
la final
final.
Daniel Calero Solís
Vaivén broncíneos de Campanas.
ResponderEliminarRomántico poema.
Del poeta Daniel Calero Solís.
Extasiada estoy con su lectura varias veces repetida, queriendo grabarlo en mi memoria ..
Norma de Portés.