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sábado, 29 de abril de 2017


¿Sexo o erotismo, guerra o discrepancias?
La fiesta sexual, la gran competencia del animal al asecho, los combates de los machos alfa y las decisiones de las hembras encuentros y desencuentros, de luchas y de segregados y excluidos.
Como expresa Daniel Oro, profesor de investigación del instituto Mediterráneo de estudios avanzados y miembro del departamento de Ecología y estudios Marinos, el sexo es una guerra, es competitivo, donde ganan unos y pierden otros. Las hembras eligen y controlan la prole. Machos y hembras organizan tácticas y estrategias para controlar su coto sexual, su área de influencia y sus posibilidades de cópulas reproductivas. Estamos hablando de animales en épocas de reproducción o de búsqueda de pareja para hacerla, pero en el caso humano, la cuestión es mucho más compleja y audaz, se trata de la cultura, de las estrategias de seducción y del contexto geográfico y político donde la sexualidad se mide entre el erotismo y las contiendas por el control de territorio, por la visualización de diferentes formas de poder, por las estrategias del mercadeo, por las aspiraciones de invasores e invadidos, por la guerras de clanes por buscar hembras para aparearse y no perder sus aldeas en casos de hambrunas y tragedias. Más bien lo comenta Marvin Harris, el conocido antropólogo, cuando le preguntan si la guerra es innata en el hombre y su respuesta fue la siguiente:
-“No, porque si fuera innata estaríamos pegándonos constantemente y no existirían los periodos de paz. Si se tratase de un instinto irresistible estaríamos luchando todos, todos los días. No es como el sexo, que se trata de un instinto irresistible. Se puede vivir y crecer en paz durante muchísimo tiempo, pero no sin sexo”.

Cuando hablamos de sexo humano la palabra erotismo es su pilar, sus vitalidad y su ejercicio, como fuente estética, sensualidad buscada, exquisitez del deseo, jovialidad gozosa, acercamiento seductor, magia del placer, juego creativo por excelencia. En épocas burdas, en guerras y conflictos desgarradores el ejercicio de la sexualidad se mecaniza, se ejerce brutal y casi como arma contra las filias del contrario. Muchas veces, en tiempos difíciles, en angustias y desordenes psíquicos, en medio del miedo y de la desesperanza el sexo se hace acto vacuo, arma, suplicio, obligación, escarnio, lamentación, esclavitud, comercio. Los conflictos donde las únicas respuestas son la violencia y la degradación humana, el sexo es acto triste, es mórbido y se manifiesta como una herida del alma que es violentada hasta volverla un desgarre agónico. Con la razón los movimientos contestatarios de la época de Vietnam, decían : “Hagamos el amor y no la guerra”, acto loable en medio de las confrontaciones que anulan la creatividad y masacran en pavorosos holocaustos a gran parte de la humanidad.
La siguiente nota es tomada de un video de Nacho Vidal, que nos propone una reflexión entre el sexo y la guerra con cierto sentido de humor:

"Evolucionemos, amemos, cambiemos los misiles por consoladores, follemos, las armas de destrucción masiva por orgías multitudinarias, dejemos de invadir países y comencemos a conquistar culos, practiquemos el bondage y la dominación en lugar de esclavizar a nuestros niños, que el squirting diluya nuestras lágrimas, que los gritos de cada orgasmo sustituyan a los gritos del hambre y la desesperación, que la posición del 69 nos haga olvidar cada disposición del FMI" Nacho Vidal
Ver vídeo en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Gm8PoV4yWDU

En la guerra las acciones prolongadas son desgastantes, hacen pifia de la economía para todos los bandos en combate, mueren cantidad de jóvenes combatientes, muchas veces países vecinos que se atacan mutuamente por órdenes de gerentes de la guerra, estadistas e invasores de países lejanos, que buscan expoliar riquezas y demarcar nuevos territorios para extraer riquezas. Las guerras son a pérdida, mujeres viudas, territorios desolados, tierras contaminadas, hambrunas, éxodos, enfermedad y caos. En las guerras se ha usado, yo diría abusado, del sexo como arma, violaciones de niñas y mujeres adultas, trasgresión de normas culturales donde los prisioneros son agredidos y manipulados hasta la degradación sexual y psíquica. Vinculación forzosa a los ejércitos de los bandos participantes, humillación, castraciones, actos de pedofilia y múltiples vejámenes que se hacen para menguar el orgullo y la disciplina de los supuestos “enemigos” , creando desconfianza, miedo y maltrato ente la población civil.

Hay casos donde el sexo se hace gestor de potenciales acuerdos de paz en medio de un conflicto. Los casos de Lisítratas, como la famosa comedia griega, que logró disolver un ejército negándose a dar su cuerpo, su sexo a combatientes que se desgarraban entre si, dejando desolación, hambre y tristeza. Como esas mujeres de dicha obra de teatro, muchas mujeres se han pronunciado para atacar al guerra con su sexo como arma de controversia contra la matazón colectiva. Aristófanes propone en su obra soluciones pacíficas para los conflictos, en el caso de Lisístrata, las mujeres se niegan a complacer a sus amantes y esposos mientras tengan las armas y estén afiladas y llenas de sangre de los batallas. Una huelga sexual, algo que parece mítico, pero en verdad ya ha pasado en Nigeria, en Filipinas, en Liberia, cuando la premio nobel de la paz, Leymah Gbowee, puso en marcha un movimiento de mujeres por la paz y donde el sexo en huelga era su arma secreta entre sus faldas.

Hay que tener en cuenta este poema, sobre el caso de muchas Lisístratas del mundo:

Lisístrata

Como perro lamiendo sus heridas,
en ausencia y silencio voy, hermanas,
llanto en las noches, rabia en las mañanas,
dolor bajo sonrisas mal fingidas.

Despertad, las que estáis adormecidas
en sombras de miserias cotidianas,
las de cabellos de oro o nobles canas,
remolcadoras de infelices vidas.

Nuestros hombres han hecho de la guerra
juego de obstinación, que nos destierra
a larga deserción, placer fugaz.

Desde hoy el sexo se armará de escudo,
y el idioma de amor quedará mudo
hasta el regreso manso de la paz.

Los Angeles, 5 de marzo de 2003
Francisco Álvarez Hidalgo

La historia de los Horacios en Roma, es bien disiente, tres trillizos contra tres trillizos, típica pelea de vecindarios, en pelea con los Curiacios, en guerra donde se disputaban territorios en la ciudad de Alaba Longa. Tres campeones contra tres campeones en franca lid, con lo grave del asunto que existía el sexo y el amor de por medio: Se ha decidido que la disputa entre las dos ciudades debe resolverse mediante una forma de combate inusual por dos grupos de tres campeones cada uno. Los dos grupos son los tres hermanos Horacio y los tres Curiacios. El drama radica en el hecho de que una de las hermanas de los Curiacios, Sabina, está casada con uno de los Horacios, mientras que una de las hermanas de los Horacios, Camila, está prometida a uno de los Curiacios. A pesar de los lazos entre las dos familias, el padre Horacio exhorta a sus hijos a luchar contra los Curiacios, y ellos obedecen, a pesar de los lamentos de las mujeres. Claro ejemplo de arrogancia y del famoso cumplimiento del deber por encima de familiaridades y de afectos. Este hecho histórico es pintado en un famoso cuadro de Jacques-Louis David en 1784, para exhortar el compromiso con la revolución francesa. El combate a muerte antes que saldar discrepancias sobre un concepto del acuerdo y un dialogo oportuno entre las partes. El guerrerismo, la actitud envalentonada sobre el cuerpo ajeno, la muerte violenta donde ambas partes dejaran heridas y ausentes, menos los instigadores y los que ufanados dicen poner sus fuerzas para defender religiones o sus patrias, los que ganan son los que crean los conflictos, no los que combaten en ellos.

Más reciente, en pleno siglo XX, un pintor Picasso, hace alarde del sexo y la inspiración entre la guerra y sus denuncias cruentas, en el Minotauro y la guerra, o en Guernica, existe una pulsión de erotismo y muerte, de heroísmo y sexualidad, una angustia y un devenir en denuncia del uso desmedido de las fuerzas y el goce orgiástico de la vitalidad sexual entre amantes. Cuando él pinta parte de esos cuadros famosos esta España en plena guerra civil, pero a su vez gozaba el artista de un ardiente y cósmico amor con una chica llamada Marie Therese Walter, inspiradora de esa tromba huracanada de amor, guerra, sexo, toros, faunos, bombardeos y placeres a unísono. El sexo en sus cuadros es un arma contra el holocausto, es una respuesta furiosa pero erótica, es un estado compulsivo del ser en medio de un desastre, la sexualidad redimiendo al ser de la orfandad y el miedo.


Tal vez la famosa y bella frase de John Lennon abre mucho más luces sobre este tema: “Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día.”

(Nota: Este estudio es parte del Taller Literario de Elian Luka (Medellín - Colombia). Fernando Cuartas).