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sábado, 3 de febrero de 2018

Estudio lingüístico: Kleber Quiroz


Breves acotaciones en torno al párrafo deductivo.
Kléber Quiroz Quinto, 8 enero de 2018.


En contextos académicos es probable que surja intempestivamente la duda acerca de cuáles son las clases de párrafos que existen. Y esa duda motiva a preguntarnos: ¿hay una clasificación para los párrafos? Sí, la hay. Pero esa respuesta – en apariencia, tan simple y directa- se acrecienta en tanto que la mayoría de textos o fuentes de consulta registran que un párrafo puede ser: de comparación y contraste, de enumeración, de desarrollo de un concepto, de secuencia, de enunciado y de solución y problema (Serafín, 1994). Ciertos autores añaden otras clasificaciones como: comparativo, cronológico, de transición, de conclusión, inductivo y deductivo (Cisneros, Lescano, & Barreto, 2016). A continuación, algunas puntualizaciones en torno al párrafo deductivo.

En la generalidad, no hay -o al menos, no debería haber-, mayor dificultad para definir y reconocer en qué consiste un párrafo. Una exploración conceptual de este término nos indica que se trata de “un conjunto de oraciones que se unen para desarrollar el pensamiento expresado en la oración principal. Por tanto, es la oración principal la que define el contenido del párrafo” (Culebra, 2002, p. 9). Y por oración principal, podemos entender que alude a la idea central como clave de referencia para identificar la tipología a la que pertenece un párrafo.

Ahora bien, si al sustantivo párrafo lo leemos acompañado del adjetivo deductivo, debemos remitirnos al campo de la filosofía y de la ciencia. La deducción, vinculada al razonamiento, es uno de los legados de Aristóteles y de otros pensadores que continuaron con su propuesta y se refiere al proceso en el que se parte de afirmaciones generales hasta llegar, mediante ciertos pasos prescritos por la lógica, a unas afirmaciones particulares o específicas (Dávila, 2006). Y si deducir es ir de lo general a lo particular, debemos añadir este rasgo distintivo a la conceptualización de párrafo.

Ya una de las fuentes citadas nos había remitido al hecho de que el elemento de referencia del párrafo es la idea principal. Leamos el siguiente ejemplo:

Es la nuestra una literatura que adolece de un alumbramiento casi repentino. No viene de lejos, no fue elaborada en el inmenso hacer de una larga historia, no trae las entrañas pesadas de siglos ni trabajadas las formas. Cuando este lado del mundo fue descubierto, el estatismo de una cultura en reposo, frente al ascenso de la Europa, asegurada en la organización del pensamiento científico, dejó trunco al hombre conquistado, que es todavía nuestro ser poblador. Su única circunstancia exterior fue la presencia de su miseria física. Un personaje menesteroso, bestia de castigar para los ojos extranjeros, con su historia decapitada, con sus mitos en confusión, atribuido de culpa ajena no lavada por el sacrificio del hijo de otro dios sin presencia en los escondrijos de su alma, no se entregaría para el adorno de la belleza ni para el desentrañar de su destino en las formas superiores de la vida. Por el contrario, se ocultó, cerró sus energías psíquicas y en la mañosería del silencio tuvo la única defensa de su dolor (Pareja, 1948, p.3).

En el párrafo que antecede podemos apreciar que la idea principal está formulada explícitamente en la primera oración. Es la afirmación que recoge la tesis del autor. Los demás enunciados cumplen con el propósito de ser argumentos y justificaciones específicas de la idea que el autor defiende y nos comparte mediante el texto. Es un párrafo que nos plantea una afirmación general y nos conduce por hechos particulares que fundamentan y ejemplifican dicha afirmación. En consecuencia: se trata de un párrafo deductivo. Analicemos otro caso:

El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos. Somos un pueblo ritual. Y esta tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas. El arte de la Fiesta, envilecido en casi todas partes, se conserva intacto entre nosotros. En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculo parecido al de las grandes fiestas religiosas de México, con sus colores violentos, agrios y puros, sus danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos y la inagotable cascada de sorpresas de los frutos, dulces y objetos que se venden esos días en plazas y mercados (Paz, 2014, p. 182).

Al igual que en el primer ejemplo, la idea principal es el enunciado mediante el cual el autor inicia el texto. Es la idea que pretende comunicarnos: que el habitante de México siente un profundo afecto por todo espacio y momento festivo. Los demás enunciados permiten sustentar adecuadamente esa afirmación y facilitan al lector la comprensión e interpretación de la temática abordada. Es pertinente mencionar que ambos son ejemplos de ensayos y sus autores son escritores que hicieron de la palabra escrita no solo una profesión sino un motivo de vida. Esto explica el hecho de que estemos ante textos cuya coherencia, cohesión y pulcritud de estilo resultan casi incuestionables.

Para concluir, la principal característica estructural de un párrafo deductivo es que la idea principal estará al inicio del texto. Y los enunciados subsiguientes no harán sino explicar, fundamentar o argumentar dicha idea. En la medida en que podamos reconocer la ubicación física de esa idea en el párrafo, podremos saber si es o no deductivo.

Referencias

Cisneros, S., Lescano, D., & Barreto, M. (2016). Introducción a la comunicación académica.El texto científico. Riobamba: La Caracola Editores.

Culebra, C. (2002). Taller de lectura y redacción II. Cuernavaca: Centro Nacional de Investigación y Desarrollo Tecnológico.

Dávila, G. (2006). El razonamiento inductivo y deductivo dentro del proceso investigativo en ciencias experimentales y sociales. (U. P. Libertador, Ed.) Laurus. Revista de educación, 12, 180-205. Recuperado el 6 de enero de 2018, de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=76109911

Pareja, A. (1948). Consideraciones sobre el hecho literario ecuatoriano. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Paz, O. (2014). Todos Santos, Día de Muertos. En O. Paz, El laberinto de la soledad (págs. 182-201). Madrid: Ediciones Cátedra.

Serafín, M. (1994). Cómo se escribe. Barcelona: Paidós.

Kleber Quiroz Quinto: Ecuatoriano. Licenciado en Literatura y Lengua Española (Universidad Particular de Loja). Catedrático de Literatura (Bachillerato Internacional). Se desempeñó en la docencia de  Comunicación Científica, en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte.. Actualmente estudia una maestría en la Universidad Casa Grande (Guayaquil).

LA LEYENDA DEL REY ARTURO





LA LEYENDA DEL REY ARTURO


Hace muchos años, cuando los castillos estaban rodeados de sirvientes, princesas, reyes y reinas, existía un rey en Gran Bretaña de nombre Uther Pendragon. Este rey, llevaba años combatiendo una feroz lucha con su archienemigo: el duque Tintagel. Sin embargo, y viendo que la lucha era muy pareja, el Rey Uther decidió firmar un acuerde paz con el duque; para lo que realizó una celebración en su castillo, a fin de conmemorar el momento en que ambas personas finalmente hacían las paces. Ese día llegó el duque junto a su esposa, Igraine, pero lo que Uther no tenía pensado era que Igraine lo conmovería por su belleza y quedaría perdidamente enamorado de ella.

La ayuda del mago Merlín
Luego de sentirse absolutamente atraído y encantado por Igraine, Uther llamó al mago Merlín y le pidió que preparara un hechizo mediante el cual Igraine creyera que Uther era su esposo. Merlín preparó la pócima e Igraine la bebió por completo. Al cabo de unas pocas horas, Igraine confundió a Uther con su esposo. Fruto de aquel momento de amor, Igraine quedó embarazada y nueve meses más tarde dio a luz a un niño al que le pusieron Arturo.
La muerte de Igraine
Pero lo que tampoco estaba en los planes de Uther era que su amada moriría pocos años más tarde, dejando al pequeño Arturo al cuidado del mago Merlín. Así, y por orden del rey Uther, debería cuidar del pequeño hasta la edad de los dieciséis años. Pocos años más tarde de la muerte de Igraine, Uther fallecía, por lo que el joven Arturo desconoció su sangre real. Pero como tampoco Uther había tenido ningún heredero de su trono, muchos hombres valientes y fuertes, se disputaban el trono de Gran Bretaña.

El conjuro de Merlín y la espada de Excálibur



Tras divisar la fuerte lucha por el trono que se disputaban muchos hombres del reino por ser los herederos del trono de Uther, Merlín pensó en un conjuro: la espada de Excálibur. Esta espada, incrustada en una piedra, debía ser extraída de la misma y, aquel que lo consiguiese, heredaría el trono; pero lo que no sabían era que solamente el verdadero heredero del trono (es decir, Arturo, hijo de Uther) sería el único que tenía la capacidad de extraer sin dificultad la espada de la roca.
Los hombres de la comarca se presentaron frente al mago e intentaron extraer sin éxito la espada de la roca. Finalmente se presentó Arturo y fue el único que pudo extraer la espada. Nadie podía creer que aquel niño delgado de dieciséis años extraería la espada y muchos se negaron a aceptarle como futuro rey.

La decisión de Merlín y la mesa redonda
Tras la desconfianza del pueblo fue Merlín quien tuvo que confesar que Arturo era el heredero único y verdadero de aquel reino, relatando lo acontecido entre el hechizo, el rey Uther y la duquesa Igraine años atrás. Luego de aquella confesión, Merlín pensó un plan para proteger al rey: la mesa redonda. Esta mesa estaría conformada por hombres leales y fieles al rey. El rey Arturo fue el rey más bondadoso de todos los reyes de la historia y reinó durante muchos años celebrando la paz en su reino.
© 2018 La leyenda del Rey Arturo. Leyendas para niños. Educapeques

Fuente: Portal de Educación Infantil y Primaria Educapeques (2018). Recuperado de: https://www.educapeques.com/cuentos-infantiles-cortos/leyendas-para-ninos/leyenda-del-rey-arturo.html Adaptación Ecuador Literario y Artístico, 2018.



La poesía de Piedad Castillo de Leví

PIEDAD CASTILLO DE LEVÍ

(6 de julio de 1888 - 4 de marzo de 1962). Poeta y eriodista guayaquileña. Hija de José Abel Castillo (director del diario El Telégrafo) y de Bethsabé Castillo Martiz. Promovió el derecho de la mujer al voto femenino, por lo cual fue perseguida por la Policía.

Epitalamio
Hay en la vida un tierno, un mágico tesoro
que el más deshereda lo puede comprar sin oro,
de valor tan inmenso que anonada a la suerte
y es broquel que resguarda del Dolor y la Muerte;
ese tesoro único de infinito valor,
es el don milagroso de un verdadero amor.

¡Amor! Canción divina, sonrisa triunfadora
que irradia en el semblante de la feliz Aurora,
que tiñe con rubores la faz de la doncella
y pone en sus pupilas luz de lejana estrella.
Dichosos los que logran tras ligero sufrir,
juntos por los caminos de la existencia ir!

Sois jóvenes, ¡Oh, alegre pareja venturosa!
Os aguarda la vida como una fresca rosa;
sea para vosotros siempre serena y grata
hasta que el tiempo torne vuestros rizos, de plata.
Os basta una cabaña y un puro corazón;
¡Haced siempre infinita vuestra ingenua pasión!

Piedad de Leví
19 de dic. 1918

Piedad Castilo de Leví es uno de los grandes referentes de la poesía escrita por mujeres ecuatorianas del siglo XX, como también lo es: Aurora Estrada de Ramírez, Ileana Espinel, etc.


Fuente y fotografía: Diario El Telégrafo. (20-01-2018). Grandes plumas. Piedad Castillo de Leví. (Sección: Hemeroteca), p. 22.