Kléber Quiroz Quinto, 8 enero de 2018.
En contextos académicos es probable que surja intempestivamente la duda acerca de cuáles son las clases de párrafos que existen. Y esa duda motiva a preguntarnos: ¿hay una clasificación para los párrafos? Sí, la hay. Pero esa respuesta – en apariencia, tan simple y directa- se acrecienta en tanto que la mayoría de textos o fuentes de consulta registran que un párrafo puede ser: de comparación y contraste, de enumeración, de desarrollo de un concepto, de secuencia, de enunciado y de solución y problema (Serafín, 1994). Ciertos autores añaden otras clasificaciones como: comparativo, cronológico, de transición, de conclusión, inductivo y deductivo (Cisneros, Lescano, & Barreto, 2016). A continuación, algunas puntualizaciones en torno al párrafo deductivo.
En la generalidad, no hay -o al menos, no debería haber-, mayor dificultad para definir y reconocer en qué consiste un párrafo. Una exploración conceptual de este término nos indica que se trata de “un conjunto de oraciones que se unen para desarrollar el pensamiento expresado en la oración principal. Por tanto, es la oración principal la que define el contenido del párrafo” (Culebra, 2002, p. 9). Y por oración principal, podemos entender que alude a la idea central como clave de referencia para identificar la tipología a la que pertenece un párrafo.
Ahora bien, si al sustantivo párrafo lo leemos acompañado del adjetivo deductivo, debemos remitirnos al campo de la filosofía y de la ciencia. La deducción, vinculada al razonamiento, es uno de los legados de Aristóteles y de otros pensadores que continuaron con su propuesta y se refiere al proceso en el que se parte de afirmaciones generales hasta llegar, mediante ciertos pasos prescritos por la lógica, a unas afirmaciones particulares o específicas (Dávila, 2006). Y si deducir es ir de lo general a lo particular, debemos añadir este rasgo distintivo a la conceptualización de párrafo.
Ya una de las fuentes citadas nos había remitido al hecho de que el elemento de referencia del párrafo es la idea principal. Leamos el siguiente ejemplo:
Es la nuestra una literatura que adolece de un alumbramiento casi repentino. No viene de lejos, no fue elaborada en el inmenso hacer de una larga historia, no trae las entrañas pesadas de siglos ni trabajadas las formas. Cuando este lado del mundo fue descubierto, el estatismo de una cultura en reposo, frente al ascenso de la Europa, asegurada en la organización del pensamiento científico, dejó trunco al hombre conquistado, que es todavía nuestro ser poblador. Su única circunstancia exterior fue la presencia de su miseria física. Un personaje menesteroso, bestia de castigar para los ojos extranjeros, con su historia decapitada, con sus mitos en confusión, atribuido de culpa ajena no lavada por el sacrificio del hijo de otro dios sin presencia en los escondrijos de su alma, no se entregaría para el adorno de la belleza ni para el desentrañar de su destino en las formas superiores de la vida. Por el contrario, se ocultó, cerró sus energías psíquicas y en la mañosería del silencio tuvo la única defensa de su dolor (Pareja, 1948, p.3).
En el párrafo que antecede podemos apreciar que la idea principal está formulada explícitamente en la primera oración. Es la afirmación que recoge la tesis del autor. Los demás enunciados cumplen con el propósito de ser argumentos y justificaciones específicas de la idea que el autor defiende y nos comparte mediante el texto. Es un párrafo que nos plantea una afirmación general y nos conduce por hechos particulares que fundamentan y ejemplifican dicha afirmación. En consecuencia: se trata de un párrafo deductivo. Analicemos otro caso:
El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos. Somos un pueblo ritual. Y esta tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas. El arte de la Fiesta, envilecido en casi todas partes, se conserva intacto entre nosotros. En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculo parecido al de las grandes fiestas religiosas de México, con sus colores violentos, agrios y puros, sus danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos y la inagotable cascada de sorpresas de los frutos, dulces y objetos que se venden esos días en plazas y mercados (Paz, 2014, p. 182).
Al igual que en el primer ejemplo, la idea principal es el enunciado mediante el cual el autor inicia el texto. Es la idea que pretende comunicarnos: que el habitante de México siente un profundo afecto por todo espacio y momento festivo. Los demás enunciados permiten sustentar adecuadamente esa afirmación y facilitan al lector la comprensión e interpretación de la temática abordada. Es pertinente mencionar que ambos son ejemplos de ensayos y sus autores son escritores que hicieron de la palabra escrita no solo una profesión sino un motivo de vida. Esto explica el hecho de que estemos ante textos cuya coherencia, cohesión y pulcritud de estilo resultan casi incuestionables.
Para concluir, la principal característica estructural de un párrafo deductivo es que la idea principal estará al inicio del texto. Y los enunciados subsiguientes no harán sino explicar, fundamentar o argumentar dicha idea. En la medida en que podamos reconocer la ubicación física de esa idea en el párrafo, podremos saber si es o no deductivo.
Referencias
Cisneros, S., Lescano, D., & Barreto, M. (2016). Introducción a la comunicación académica.El texto científico. Riobamba: La Caracola Editores.
Culebra, C. (2002). Taller de lectura y redacción II. Cuernavaca: Centro Nacional de Investigación y Desarrollo Tecnológico.
Dávila, G. (2006). El razonamiento inductivo y deductivo dentro del proceso investigativo en ciencias experimentales y sociales. (U. P. Libertador, Ed.) Laurus. Revista de educación, 12, 180-205. Recuperado el 6 de enero de 2018, de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=76109911
Pareja, A. (1948). Consideraciones sobre el hecho literario ecuatoriano. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Paz, O. (2014). Todos Santos, Día de Muertos. En O. Paz, El laberinto de la soledad (págs. 182-201). Madrid: Ediciones Cátedra.
Serafín, M. (1994). Cómo se escribe. Barcelona: Paidós.
Kleber Quiroz Quinto: Ecuatoriano. Licenciado en Literatura y Lengua Española (Universidad Particular de Loja). Catedrático de Literatura (Bachillerato Internacional). Se desempeñó en la docencia de Comunicación Científica, en la Universidad Laica Vicente Rocafuerte.. Actualmente estudia una maestría en la Universidad Casa Grande (Guayaquil).