Saberes
Dios sabe
cuánta soledad
se derrama
cada día
sobre mi alma.
Dios sabe.
Dios sabe
del fruto amargo
que recojo
de mi memoria
cuando llueven
los recuerdos.
Dios sabe.
Dios sabe
que mis palabras
incuban
un cansancio
de hace siglos.
Y que mis sueños
se hastiaron
de mirar
al horizonte
en cada ocaso.
Dios sabe.
Dios sabe
de ese llanto
que se anida
clandestino y sigiloso
entre mis huesos.
Y se desborda
inclemente
sobre el huerto
de mis sombras.
Dios sabe.
Mas
del cántaro de fe
que se rompe
desde siempre
al compás
de mis fracasos,
eso, solo eso,
Dios no ha visto.
De eso,
Dios no sabe.
Y se desborda
inclemente
sobre el huerto
de mis sombras.
Dios sabe.
Mas
del cántaro de fe
que se rompe
desde siempre
al compás
de mis fracasos,
eso, solo eso,
Dios no ha visto.
De eso,
Dios no sabe.
Y se desborda
inclemente
sobre el huerto
de mis sombras.
Dios sabe.
Mas
del cántaro de fe
que se rompe
desde siempre
al compás
de mis fracasos,
eso, solo eso,
Dios no ha visto.
De eso,
Dios no sabe.
20 de noviembre de 2018.
Kléber Quiroz Q.
Heme aquí
Heme aquí:
timonel de una tristeza
sin destino y sin retorno.
Heme aquí.
Mísero exiliado
del amor y de la vida.
Heme aquí. Siempre aquí.
Heme aquí:
bebiendo a sorbos lentos
mi fracaso irrevocable.
Heme aquì.
Vertiendo mis angustias
sobre el mar de mi memoria.
Heme aquí. Siempre aquí.
Heme aquí:
sin más espacio.
Sin más luz
que aquella derramada
sobre el llanto
de mi sangre.
Una luz
que brilla aquí. Siempre aquí.
Kleber Quiroz
14 / nov. / 2018
Kleber Quiroz
Catedrático. Licenciado en Literatura.
Realiza una maestría en la Universidad
Casa Grande