Juan Montalvo, escritor ecuatoriano, nació en Ambato el 13 de abril de 1832. Hijo de Marcos Montalvo y Josefa Fiallos. Realizó estudios en una escuela pública de Ambato y en el Convictorio San Fernando. Se graduó de Maestro en Filosofía. En 1851 ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Central del Ecuador. En 1858 fue nombrado Adjunto civil de la Embajada del Ecuador en Roma. Se casó con Adelaida Guzmán; tuvieron dos hijos: Alfonso y Carmen. Falleció en París el 17 de enero de 1889.
Entre sus obras cabe destacar: El Cosmopolita, El Antropófago, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, El libro de las pasiones, Geometría Moral, Siete Tratados, El Regenerador, Los grillos perpetuos, Las Catilinarias, Mercurial Eclesiástica, El Espectador, De la risa y otros opúsculos póstumos. En 1936, Roberto Agramonte publica (en La Habana) Páginas Desconocidas; y en 1967 (en México D.F.) Páginas Inéditas.
FISIOLOGÍA DE LA RISA (Fragmento)
Juan Montalvo
¿Hay hombre más ridículo, molesto e insufrible que ese que anda llenando de carcajadas tiendas y casas con motivo de sus propias sutilezas? Pues yo afirmo que, aun cuando tenga alguna malicia intelectual, ése es un tonto, o por lo menos un necio. Querer reír de todo, en todas partes y a cada instante, ¿qué es sino pobreza de espíritu? Los bufones antiguos tenían obligación de hacer reír a sus amos y así andaban a caza de donaires mediante los cuales vivían a mesa y mantel en los palacios. Semejantes empleados habrán sido del gusto de los príncipes bárbaros de la Edad Media, pero en el día no es aceptable un enano burlón y estrepitoso, y mucho menos cuando sus ingeniosidades no siempre tienen sal en su punto. Yo aguanto de buena gana el hazteallá de un hombre rostrituerto, primero que el genio viscoso y pegadizo del que no puede saludar sino prorrumpir en una risotada. Lo mismo da que en vez de reírse alto y grueso, se rían entre las barbas ese ji ji quebrado y nudoso con que algunos pícaros nos embarran el alma, como si nos echaran sobre ella hilos de miel empalagosa y dañina. Huid como del zorro de ese viejo barbirucio y grasiento que se empieza a reír pausadito y cortado desde que os descubre a una calle de distancia; se ríe al ver un conocido, se ríe al saludarle, al preguntar por la salud, por la familia. Le reponden que está bien, se ríe; que está mal, se ríe, envía memorias, y se ríe; se va, y se ríe. Algo se había de olvidar, allí vuelve; no se había reído todo. Si su infelliz interlocutor, su víctima, no alarga el paso y tuerce la esquina, le llamará otra vez, para reírse de adición; mientras el cielo le dé barbas, no le ha de faltar una posdata. Me parece que si se las arrancaran de cuajo, dejara de reírse, porque esos ji ji vivarachos y espeluznantes que salen como lagartijas de su boca , necesitan una maleza por donde retozar y esconderse. Le piden un servicio, lo niega riendo; le hacen un favor, lo recibe riendo, y riendo murmura del que se lo acaba de hacer. La risa es el cuchillo con que asesina el ausente, el falso juramento con que engaña al presente.
(Tomado de: Fisiología de la risa y otros textos. Juan Montalvo.
Quito: Ministerio de Educación del Ecuador, col. "Memoria de la Patria", 2009).