lunes, 8 de febrero de 2021

Lágrimas y recuerdos - Anita Jiménez Brito - MENCIÓN DE HONOR

 

LÁGRIMAS Y RECUERDOS

 

Soñadora

Fue una nube soñadora

que se enamoró del viento

y que en mágico momento

quiso amarlo sin pensar.

sin pensar que el mismo viento,

Impetuoso y desatento,

ni siquiera lo notó.

Ni siquiera una mirada

que dejara algún recuerdo

de un pasado inexistente,

de un amor que no nació.

Fue tan solo una quimera

de una nube soñadora

que en el viento se fijó.

Era un viento majestuoso,

quien agitaba los mares

y viajaba a mil lugares

en efímeros momentos.

No prestó atención alguna

a la pobre soñadora

a esa nube encantadora

que por el desvaneció.


¿Dónde estás amor?

Si es de día o es de noche, qué más da,

Si en mi alma solo hay frio y soledad,

Ni siquiera el sol se quiso despertar

Y las nubes junto a mí no cesan de llorar.

Desde que te fuiste has dejado en mí

Un triste lamento y ganas de morir

Camino en la nada y callo mi dolor,

Soy como una nimia sin tu resplandor.

¿Dónde estás amor?, llora mi canción,

Lloran las montañas, llora un ruiseñor

Que se han congojado al ver mi dolor

Y del llanto triste de mi corazón.

Si es de día o es de noche qué más da

Si navegan mis gemidos a la eternidad,

La tarde oscurece y la soledad

Se arraiga en mi pecho hace su voluntad.

Una suave brisa me habla de tu amor

Y un mudo silencio contempla mi horror

Que en lúgubre instante se apagó tu voz

Y en eterno sueño me dijiste adiós.

 

Contéstame

¿Por qué te cruzaste en mi camino?

Aunque no era feliz, vivía tranquila,

Hoy conozco de tu vida, todo:

Como piensas, como ríes, lo que anhelas…

Tu mirada hacía temblar todos mis tejidos,

Tu sonrisa blanca alumbraba mi martirio,

Desde cuándo te adueñaste de mi vida,

de mi mente, y hasta de mis intenciones

¡Anda! ¡Vamos! ¡Dime! 

Con qué permiso te adueñaste de mi vida,

¡Anda! ¡Vamos! ¡Dime! 

Por qué hasta hoy me muestras

lo más oscuro de tu negro corazón entumecido.

Tus palabras que ayer me acariciaban,

las mismas que ayer me enloquecían,

fueron solamente vil mentiras,

que devuelven a mi vida, la tristeza.

Para qué me enseñaste a enamorarme,

si en la nada queda lo que ayer me daba vida,

dime adiós con esos labios mentirosos,

dime adiós con esos labios embusteros,

que hoy son causa de esta terrible condena,


de quererte y no tenerte mi alma pena.


A un mal amor

Tú quisiste que te quiera

sin quererme de verdad,

me pediste mi alma entera

y hoy me quedo en soledad.

De mi amor te lo di todo

en bandeja de cristal

y tú, tonto, de algún modo

solo me causaste mal.

Fuiste espinas en mis manos,

fuiste hielo en mi colchón,

melodía de algún piano

que mató mi corazón.

Vete, vete de mi vida

ya no creo más en ti,

tu dulzura desabrida

ya no será para mí.


Asomada en mi ventana

Asomada en mi ventana

la aurora empieza a nacer

y a las flores el rocío

su frescura ha de envolver.

mas en cambio en mí un vacío

se apodera de mi ser

se apoderan de mi mente

los recuerdos del ayer.

Asomada en mi ventana

viendo la lluvia caer

se ha formada una fontana

de tristeza por doquier

siento que cada mañana

el alma voy a perder,

pues te fuiste de mi lado

sin motivo ni un porqué.

Asomada en mi ventana

siento en mis venas correr

el amargo desengaño

del amor y del querer,

quizá conociste un día

el amor de otra mujer

que se ha vuelto tu porfía,

mi dolor y tu placer.

Ten presente vida mía,

 el placer se ha de acabar

y llorando tus miserias

vas a querer regresar.

Tal vez me encuentres dormida

en brazos del sueño eterno

cansada de aquel infierno

que me dejó tu partida.


¿Qué sucede corazón?

Aquí, o allá, ¿en dónde estás?

ya no ríes como antaño

¿Qué sucede corazón?

no me alcanzan las palabras

para darte una razón.

viles labios mentirosos

con elocuente fulgor

engañaron a mi gente

y acabaron con tesón

mitigando con el hambre

sus fuerzas y su esplendor.

En los campos, sol ardiente

con la esperanza acabó,

y hoy se acercan tales fechas

donde te ofrecen valor

y al cabo de mes y medio

se olvidan que existe Dios.

Una niña cara sucia

y sin zapatos me sonrió,

me acerqué y le pregunté

¿estás sola? Y ella respondió,

Tuve madre, tuve padre

Y una fiebre los mató.

¡Pobrecita cara sucia!

y ahora ¿Qué será de ti?

tropezando por el mundo

enfrentándote a vivir,

mientras tanto aquel culpable

deprimido en la abundancia

exigiendo los derechos

que de tu mano arrancó.

Ellos callan, ellos “no saben nada”

y en sus bolsillos esconden toda el arca dorada,

y en sus corazones, la podredumbre arraigada.

Ya no calles amor mío

es momento de exigir

que se castigue al impío

Por su inefable maldad,

por su engañosa retórica,

por su elocuencia falaz.

Quiero verte de esperanza,

quiero volverte a mirar

con tus ojos de padre, de madre,

de niña y mujer, de anciano,

de estudiante y profesional

Con tu cuerpo y con tu alma

Siempre firme, siempre en pie.


Testigo

Yo vi al cielo apagar las estrellas

Y en los mares sirenas cantar,

fue tan triste el canto de aquellas,

que hasta el cielo se puso a llorar.

Vi a los campos soportar sequías,

Y a los vientos arrastrar dolor,

Donde en tiempos la lluvia caía

hoy no nace en ella ni una flor.

Vi millares de árboles talados,

viles manos que se han encargado

de acabar con dádivas de Dios.

Vi a la tierra temblar por momentos,

ya cansada de tantos tormentos

y de abusos causados por nos.


A los poetas del mundo

A los poetas del mundo

que han sabido con su pluma

expresar sentimientos bellos

y también denunciar:

injusticias, traiciones, dolores,

ingratitudes, falsías y dicotomías.

A los poetas del mundo

que con sus letras sublimes

y con sus versos sonoros

hacen que las almas perturbadas

encuentren el sosiego anhelado.

A los poetas del mundo

que no callan y comparten

 cada inspiración que nace del profundo sentimiento,

que hacen de la naturaleza una metáfora

y de cada sentido una sinestesia.

A los poetas, pregoneros

de la paz del mundo,

a los que son capaces

de ver reflejado

en la mirada de un niño

el verdadero cielo y

el verdadero cariño.

A los poetas del mundo, a ellos,

hoy quiero regalarles

mis versos sinceros

y de los jardines,

las flores en enero.

A los poetas del mundo

a Becker, a Benedetti, a Neruda,

a los Decapitados y a Cernuda,

a ello, a los grandes poetas

a los poetas de ahora,

a los poetas de siempre

yo le rindo un homenaje

al unísono de mis versos más profundos.

Hombre de roble y campo

Hombre de roble y campo

hombre de tempranas madrugadas

hombre de noches de luna y de ardientes soles

hombre de piedra, de mampostería

hombre que olía a café, a café sin horarios.

hombre sin fechas, y sin calendarios

hombre de algazaras, tosco y sin desdén.

hombre que se perdió en la distancia

en el trabajo fuerte, en la rutina intensa,

hombre que callaba sus penas y gritaba sus alegrías.

Hombre de roble y campo

hombre sencillo, equivocado el camino

hombre sabio que supo reconocer sus errores

y recobrar su destino.

Para mí fuiste un gran hombre, yo te recuerdo distinto

a lo que decía tu historia, yo te recuerdo valiente y

te recuerdo cansado, pero jamás, jamás derrotado.

Siempre tendré presente lo que un día me dijiste:

“Deja que yo muera en el corazón del mundo,

pero jamás dejes que muera en tu corazón y en tu mente.”


 

 Anita Jiménez. Licenciada en Ciencias de la Educación. Casada con Luis Sánchez Mora. Tiene tres hijos; Camilo, Fabián y Gabriel. Labora como docente en el área de Lengua y Literatura en el  nivel medio, en la Unidad Educativa Bilingüe Steiner Internacional. Es secretaria fundadora de la “Fundación Nacional para la Miastenia Gravis, Ecuador”. (Padece  miastenia gravis, enfermedad poco común, que muchas veces le ha quitado las fuerzas del cuerpo, mas no las del alma y el corazón. Escribe poesía romántica, melancólica y sentimental. Afirma: "Amo lo que hago. Amo la poesía". 

Con este poemario obtuvo una Mención de Honor en el III Concurso Nacional de Poesía David Ledesma; convocado por el Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva y Ecuador Literario y Artístico

  

 

TIEMPO DE AMAR - SILVIA PÉREZ LOOSE - MENCIÓN DE HONOR

          TIEMPO DE AMAR


                                      MENCIÓN DE HONOR



                                                               Silvia  Pérez  Loose


Tu espalda huele a la mañana.

Es  una playa morena dividida por un  leve surco,

donde mis dedos pasean sutilmente hasta alcanzar tus hombros,

 esos pequeños huesos redondos que los conozco de memoria.

  Amo ese recorrido matinal cuando es posible hacerlo.

Mi palma llega hasta tu cadera que el tiempo no la ha engrosado,

 sigue siendo la cadera de ese chico que conocí a los veintidós.

Huelo tu nuca que es como el tronco de una caña de azúcar

 Erguida, hermosa, lampiña.

 Enredo mis dedos en tu pelo ensortijado, que fue lo primero que me atrajo cuando te conocí.

Tu sueño profundo no percibe este periplo que hago  por tu piel,

eso convierte al rito en algo natural,

 elemental o primitivo y a veces pasajero.

 Beso tus ojos  y cuando los abres,

  besas los míos aun con  sueño

 Mi beso es final, antes de empezar el día,

 el tuyo es inicial pero siempre llegamos a un acuerdo.

 Todo es silencioso. Siempre hay rincones para explorar.

Tu  escaso pelo ensortijado,

 tus pies rebeldes y planos,

 tus ronquidos,

 tus olores,

 el amor,

 la enfermedad,

 la puerta abierta,     

el caballo de Troya.

Esta no será la última borrachera,

 a pesar de que hemos jurado que ya nunca más.

Andrés Calamaro junto en una canción las palabras amor y enfermedad.

Nada más real.

Soy como un fruto, que extrañamente no madura

Sigo pendiendo de una rama, cansada ya de sostener mi peso inexacto

En ningún delirio llego a madurar y caer al suelo

Tu caria es muy leve, no me arrancas

Pero abres tu boca y simulas morderme colgada yo de un minúsculo natural.

Abro mis ojos para captar tu intención

Seré un fruto maduro, pero hoy no.

Mi cascara, aunque pálida, te seduce.

 Rama, tronco, raíces,

Retienen a un fruto, el fruto tiene miedo

Pero nadie lo sabe, ni el mismo.

De niña,

Mi juego favorito en el parque

Era el guinguiringongo

Me encantaba esa palabra porque deliberadamente cambiaba sus  sílabas

Y provocaba risas en mis padres

Quizá por eso lo repetía equivocándome deliberadamente

El amor de los padres, no se llega a entender de niño,

 solo se traduce en una insoportable necesidad

para disfrutar del juego necesitan dos compañeros  

de altura y peso similar

si ese detalle falla, no hay diversión

me pregunto si nuestras vidas son un remedo del guinguiringongo

permanecer en equilibrio el uno con el otro

no me empujes al vacío, por favor

no cedas a la tentación, sé que la has tenido, porque yo también

mientras estoy arriba me agarro con fuerza pero la disimulo

disimulo el miedo y a veces también el amor

la distancia es corta, la elevación es mínima pero

elijo sentirme vulnerable, y no sé por que

cuando se piensa mucho, la magia se desvanece

de inmediato

nuevamente estoy tocando tierra con mis pies

tímidamente trato de encontrarte arriba

pero lo que busco es algo específico en tus ojos

algo que tu ignoras que existe

yo me lo he apropiado pero a veces lo dejo perder

y a veces lo quiero encontrar y capturar y

hacerlo mío y despojarte de ….para siempre. 

Seguramente aquel misterio atrapado te lo devolvería

Solo así te lo podría arrebatar otra vez.

Me sumerjo en el manto azul infinito de tus ojos

Me zambullo en uno y salgo a tomar aire por el otro

Y me siento a salvo

Un cierto sabor salado y sé que son tus lagrimas   

Pero no correrán

Por lo menos hoy no

Trato de llegar a tu aroma

Percibir el nuestro es imposible, solo otro lo puede hacer.

Algo tan íntimo de nuestro ser

Está tan expuesto a los demás

Para quienes se acerquen

Lo suficiente a nuestra humanidad

Ni siquiera el mal aliento de la mañana lo podemos percibir por eso

Nos esmeramos en desaparecerlo a como dé lugar

Aunque no estemos seguros

Si se desvanece por completo.

La fragancia es un arma eficaz de seducción.

A Borges solo le quedaba el olor de sus libros,

El papel, la tinta el cuero.

Nosotros solo nos leemos los dos

Cada vez que lo hacemos, nos olemos

Aunque el argumento de cada uno no sea

Exactamente igual,

El humor de nuestros cuerpos

Narrará  la misma historia

Con palabras diferentes

Los olores de cada uno

Serán parte del otro y cada día

El recuerdo de ayer será cercano         

Se irá  almacenando en nuestra propia biblioteca.

El olor de carne cruda

Colgada en tronchos, rojiza, manchada de sangre ya muerta

Unas manos grandes de carnicero

Cuchillos afilados

Piedras que golpean y suavizan la carne dura y necia

La precisión para cercenar la grasa y apartarla.

A veces me siento como la carne y tú el carnicero

A veces es lo contrario

A veces yo soy yunque y martillo

A veces lo contrario.

Noche estrellada huerto de luceros

Tarde de aguajes

Agujes internos

Mañanas de sueño no al que me aferro

Abrir los ojos me da pánico

El pánico se vuelve miedo

Hacia el mediodía es melancolía

Tenerte a ti.

¨Tu amor mi enfermedad¨ (Andrés Calamaro) 


                                         SILVIA PÉREZ LOOSE

Silvia Pérez Loose. Guayaquil, 1965. Realizó sus estudios superiores en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, graduada en la Facultad de Filosofía y Letras en la Escuela de Literatura. Ha ejercido la docencia en diferentes instituciones educativas. 

Ha colaborado con varias antologías y publicado artículos en revistas digitales e impresas,  así como en Diarios nacionales. 

Con este poemario, Silvia Pérez Loose obtuvo la Mención de Honor en el III Concurso Nacional de Poesía David Ledesma; organizado por el Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva y Ecuador Literario y Artístico.


Foto:  Cortesía de la autora.



Parnaso [in]completo de un país imaginario - Richard Jiménez


Parnaso [in]completo de un país imaginario

(antología hecha por un poeta menor)


 

                                                       Richard  Jimenez  Almeida

 

guardo en mi armario todo un arsenal de muertos

son cadáveres empolvados

mis manos han ensuciado

lo que alguna vez fue

el nombre de uno de ellos

 

Mis adorados muertos, Juan Romero Vinueza

 

El río numerable de los años

los ha perdido; eres una palabra en un índice.

 

A un poeta menor de la antología, Jorge Luis Borges

 

Ah, poetas de mi tierra,

poetitas de mierda

con quienes aprendí a conocer

una nueva enfermedad:

la trinofobia.

 

Poeta en bicicleta, Raúl Arias Chancusi


PROEMIO

 

la semilla. el ave… del pico a la tierra, de la

tierra el árbol, del árbol las hojas y entre las hojas el

nido. en el nido el papel, en el papel la tinta y en la

tinta las letras. el pichón lee, el pichón vuela y la rama

se quiebra. el árbol crece, el árbol se seca. la semilla,

el ave y el árbol. el nacimiento, el vuelo y el libro:

algunos cortaban cabezas, decapitaban; otros las

llenaban de números cabalísticos, las estilizaban; y

otros las reducían, como tzántzas. 

   

—Los modernistas decapitados—

Primer caso: Mercedes González Moscoso

(Guayaquil, 1860 – Quito, 1911)

 

Intimidad doméstica

quien ve ternura en la muerte, no ve los terrores

que se esconden en las cuatro paredes de una casa.

¿y si los huesos en el hormigón? ¿y si el tedio en las labores diarias?

¿y si el nieto se pinchó con el huso y murió dentro de una caja de fósforos?

todo está permitido si tu intimidad se vuelve un libro de recetas.

todo, fermentada vejez que anima hasta a las muñecas de mayólica.

ten cuidado, si abres las puertas de tu casa, pueden escapar los yokai.

 

Segundo caso: Ernesto Noboa Caamaño

(Guayaquil, 1889 – Quito, 1927)

La sombra de alas rotas

el flaneur cuyas alas están roídas, vuelve al sitio de su nacimiento:

un puerto donde atracan barcos ebrios y paisajes etílicos.

las sirenas ya solo lo llaman para venderle un billete de lotería,

o el diario matutino. sujeta su propia cabeza entre las manos,

la mece, le canta una nana y espera que esta exhale el último

decadente y agónico quejido. 

 

Tercer caso: Humberto Fierro

(Quito, 1890 – ídem, 1929)

Mal taciturno

como el gautama sentado a la sombra del bodhi

dejaste que la muerte te constriña entre los pelos

de su axila. tu corazón se detuvo debajo del aguacatero.

al caer la última hoja…

volviste pintura tu lírica

y plástica tus palabras.


Cuarto caso: Arturo Borja

(Quito, 1892 – ídem, 1912)

Orfandad del botón

tu ojo derecho era un botón, y se cayó.

abriste los botones de tu carne, luego el cierre-esternón.

ahí estaba tu corazón que flotaba en morfina.

le diste un botón a tu amada, pero se lo tragó y se asfixió.

le diste un botón a los amigos y a los censuradores.

te indigestaron de botones y te mató la peritonitis.

tú, botón, solitario y huérfano en una gabardina.

 

Quinto caso: José María Egas

(Bahía de Caráquez, 1896 – ídem, 1982)

Ungido

no moriste joven, pues la innombrable divinidad

te fulminó la frente e inyectó tu lírica con misticismo.

por ello, tampoco te subiste a la motocicleta de tu hermano

hugo mayo. Ahora te encontramos en revistas añejas

de santiagos de la vorágine.

 

Sexto caso: Medardo Ángel Silva

(Guayaquil, 1898 – ídem, 1919)

El bardo a su cofradía

niño al que el animero amenazó:

«te besará el cristo que volvió sifilíticos a los yo líricos franceses.»

y así posóse aquellos labios de leprosorio en la sien,

un beso brutal cual abrazo de montaña y succión de la ría.

aún te beben en cantinas mezclado con jugo de naranja,

y tus hojas las convierten en humo en las cárceles.

mezclado con tripa de colchoneta y trapos.

 

—Los clubsiéticos—

Primer caso: Gastón Hidalgo Ortega

(Guayaquil, 1929 – ídem, 1973)

 

Preguntas a un poeta que dejó de hablar

¿cómo pertenecer al club bartleby? «te lo diré.

debes, de golpe y mejor si es lunes, silenciar tu pluma.»

“preferiría no hacerlo”, preferiría ya no escribir.

al igual que rulfo se me murió mi tío celerino.

¿cómo pertenecer al club 7? «te lo diré.

debes, de repente cualquier día, cultivar al menos

la deriva existencial y la floración íntima.»

¿cómo convertirte en heredero de lautréamont?

«te lo diré. solo se debe entender la tiniebla del alma humana.»

 

Segundo caso: Carlos Benavides Vega

(Guayaquil, 1931 – Quito, 1999)

El pescador de estrellas

o

Dramaturgia del verso

se abre el telón, primer acto, primera escena:

un adolescente vestido de mecánico.

segunda escena: del techo baja un anzuelo.

se cierra el telón.

se abre el telón, segundo acto, primera escena:

el adolescente, ya crecido, es pescado.

segunda escena: lo destripan en cubierta.

se cierra el telón.

se abre el telón, tercer acto, primera escena:

un arúspice examina las vísceras.

segunda escena: las lee, es proclamado poeta.

se cierra el telón, fin.

 

Tercer caso: Sergio Román Armendáriz

(Riobamba, 1934)

Regreso a Ítaca

salió del puerto, de guayaquil; muchacho desnudo.

los huancavilcas le dieron embarcación y sustento.

cámara de video en mano; bitácora de la travesía.

exiliado del sur, como tantos otros equinocciales.

una brisa, sal de sexo, transformó la madera en plumas;

el trajinar de mil años lo volvió quijote.

ahora el mar lo tiene solo como un recuerdo.

 

Cuarto caso: Ileana Espinel Cedeño

(Guayaquil, 1933 – ídem, 2001)

Dulce como el Valium

cómo te lo puedo decir querida eurídice,

cómo si no quiero sonar a zapato roto.

tu orfeo andrógino, tu adorado unicornio de cristal

yace amarrado a un guayacán.

lo asaetaron con 20 balazos y dos tallos de clavel.

llora niña, llora mi dulce corazón de valium.

que la farmacología del verso te traiga sosiego.

 

Quinto caso: David Ledesma Vázquez

(Guayaquil, 1934 – ídem, 1961)

 Adorado tinieblo

rostro calvárico de narciso agripado,

ojos de querube disuelto en anilina,

labios yertos y orquidáceos.

voz de santo y prócer apátrida,

belfo de clark gable,

cuello de cisne, abrigado por una corbata amarilla.

pecho sostenido por un esqueleto de esperma,

sexo de amatista, argamasa y tela.  

muslos de bailarina, pies edípicos.

erotismo terrible e incierto.

yaces desnudo en cuadro obsceno.

 

—Reductores de cabeza—

(Unos tiernos y otros insolentes)

Primer caso: Alfonso Murriagui

(Quito, 1929 – ídem, 2017)

Hermano abuelo

quien caminó por un frugal sendero,

ascendió por bifurcadas montañas de colonial cemento,

y trotó calles hasta que su sombra se sentó en una banca;

quien fue hermano del resto y abuelo de todos,

el que puso en manos de los niños de la calle ese

animal extraño llamado poesía;

un sujeto que convocó al pueblo

y les habló del hombre nuevo,

mientras las plazas y los barrios dormían.

ese hombre, compañeros, merece el cielo.

 

Segundo caso: Euler Granda

(Riobamba, 1935 – Portoviejo, 2018)

En el consultorio

«doctor, hay algo que no funciona en mi cabeza,

creo que un chimborazo crece, está que empuja

mi alma para afuera.»

el doctor: «recuéstese, deje que este bisturí

encuentre a su yo más puro.»

«¿y si me muero y reencarno en una abominación:

una mosca de la fruta, un reloj cucú, o peor, un poeta?»

el doctor: «no tema, ni se preocupe, si eso llegara a suceder

yo mismo le saco la madre. con este instrumental

le saco hasta el penúltimo poema.»

Tercer caso: Ulises Estrella

(Quito, 1939 – ídem, 2014)

35mm

 odiseo, ¿sabías que la distancia entre la

tierra y la estrella más cercana es tan solo de

35mm años luz?

¿sabías que es la misma distancia requerida

para que un peatón recorra toda la ciudad de quito

en pantalones vaqueros?

¿no lo sabías? es la misma extensión de un testamento,

lo que debe durar un beso, el diámetro de un ombligo,

la circunferencia de un cráneo y la longitud de un soneto.

 

Cuarto caso: Humberto Vinueza

(Guayaquil, 1942 – Quito, 2017)

Aguacero de gallinazos

mundo carroñero; picotazo y picotazo. 

mundo lascivo, mundo podrido.

necesitas de una lluvia de gallinazos

que vengan a limpiar todas tus inmundicias,

que vengan con un lenguaje abyecto y trasgresor.

 

Quinto caso: Sonia Romo Verdesoto

(Quito, 1943)

Café 77

mientras las señoritas bien portadas

duermen debajo de edredones falsos,

una mujer recita cómo cambiar

el flujo sanguíneo de las calles.

hasta los pozos de café se levantan

a aplaudirla.

Sexto caso: Raúl Arias Chancusi

(Quito, 1943)

Cabeza de alfiler

querido san raúl, patrono de otros tiempos.

lamento informar que aún existen poetitas

amantes de la coprofagia.

aún se los puede ver en estanques de pirañas,

sirviendo carne y siendo carne.

aún los vemos tomar del mismo vaso,

luego de haber escupido dentro de la botella.

aún los vemos dejar pasar el transporte público,

porque ellos viajan en las blasfemias.

poetitas que lejos de ser un ejemplo

son una advertencia,

que olvidaron ser irreverentes

por estar preocupados de las antologías.

poetitas de reflector y acera,

de naturalezas muertas.

almas impuras de un parnaso inexistente.

autodidactas por correspondencia,

amnésicos de lo telúrico.

seres guardados en el cajón de un burócrata.

electricistas y electrocutados.

convalecientes de la última purga,

millonarios enclenques y eclécticos.

hijos del patio de atrás.

si los reunimos, todos caben en la

cabeza de un alfiler.

 

           Richard  Jimenez  Almeida

          (Quito, 28 de noviembre de 1988). Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Máster en Estudios de la Cultura (Mención Literatura Hispanoamericana) por la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito. Fundador y miembro activo de la Revista Literaria Independiente Matapalo y Revista Heptaedro. Investigador independiente, redactor de contenidos en Revista Súper Pandilla (suplemento infantil de diario El Comercio) y documentalista en diario El Comercio de Ecuador. Colaborador recurrente de la Revista Máquina Combinatoria. 

Con este poema, Richard Jiménez obtuvo una  Mención de Honor en el III Concurso Nacional de Poesía "David Ledesma", convocado por el Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva y Ecuador Literario.

 

Foto: Cortesía del autor