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sábado, 26 de diciembre de 2020

TALLER LITERARIO "EL ÁRBOL DEL BIEN Y DEL MAL"

Centro Cultural Ecuatoriano

Medardo Ángel Silva /

Ecuador Literario y Artístico

Guayaquil - Ecuador

                 2020 


    El taller literario "El árbol del bien y del mal", dirigido por Daniel Calero Solís, presenta las creaciones en los géneros de poesía y cuento. Los autores tienen distintas profesiones y uno es estudiante universitario.

(Microcuento)

EL SALTO

    Estaba a punto de lanzarse por el puente. Esta vez no había nadie para aplaudirlo ni cuerdas elásticas que lo regresen a la vida antes que se impacte de frente con la dura superficie del río. Lloraba desconsolado y sus lágrimas salían despedidas a los extremos de su rostro por las fuertes ráfagas de viento. Apenas podía sostenerse, empujado por la pena. Bastaba solo con soltarse y todo llegaría a su fin, pero qué había pasado con Roberto, dueño de una fama y fortuna envidiable y una esposa singular que siempre lo ha amado o...,  ¿tal vez no…?

Una semana atrás, Roberto recibió la visita en su mansión de Antonio, el primo de Margarita, su joven y bella esposa. Antonio y Margarito siempre fueron muy unidos; desde su infancia vivían en el mismo barrio y toda su niñez hasta su adolescencia compartieron los mejores momentos, hasta se rumoreaba que terminarían casándose, rumor que un día llegaría a oídos del celoso Roberto que ya había conquistado el corazón de Margarita y logró con firme sutileza apartarlos para siempre al marcharse lejos a vivir con su esposa.

La llegada de Antonio revivió en Roberto los celos que hibernaban en su mente, solo bastó un abrazo, una inocente caricia o un beso de hermano a Margarita para que Roberto desatara todo ese odio reprimido por tantos años, que derivó en un asesinato muy bien planificado; pero como no hay crimen perfecto, Margarita se enteró de la canallada de su esposo y decidió dejarlo para siempre. Sin embargo,  Roberto sabiendo que no podría vivir sin ella le ruega que lo perdone y no le abandone; ella con los ojos como platos nunca pudo responderle, hasta que él terminó de estrangularla.

Roberto subido al puente llora desconsolado por esos asesinatos...  

                                                         Eduardo Calero Alvarado

Guayaquileño. Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Bachiller en Artes Plásticas. Guionista de televisión; por lo cual ha sido premiado. Escribe obras de teatro. Se desempeñó como catedrático en la Facultad de Comunicación Social (FACSO) de la Universidad de Guayaquil.

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(Poesía)        

         TIERRA VERDE 

El ser humano heredó la Tierra

la parceló y reacomodó.

Pregonaba: ¡Verde, te amo verde!

¡El eslogan quedó en pregón!,

muchos no lo entendieron,

otros ... ni lo escucharon.


Citadinos y rurales al cemento priorizaron,

prados, ríos y mares contaminaron.

La posada obsequiada al hombre

¡enmudecía!, ¡entristecía!

¡Ya no se oía la consigna!


El agua, la fauna y la flora se destruían.

El sol era testigo.

La luna estaba aún adormecida,

el aire era un humo voraz,

el dióxido de carbono se extendía más.


Las dimensiones del mundo cambiaron

y el ser humano en su zona confort y arrogancia

vivía casi en abundancia.

De pronto..., un bicho importado

inundó al mundo y sembró horror,

enfermedad, muerte y dolor.


El tiempo suspendió su caminar

y el ser humano se tuvo que enjaular.

Buscó a Dios, buscó la ciencia.

Volvió a pestañear el poder del amor

y se abrazó a la vacuna de la esperanza.


La Tierra se vistió de fiesta

y se tomó meses de siesta.

Prados, llanuras y aire se llenaron de alegría;

junto a los mares bailaron de noche y de día. 

El ser humano reconoció

lo que la Tierra reclamó:

su potestad y equidad,

su paz y verdad.


El equilibrio natural abrió el telón

a la sin igual sinfonía de la creación.

¡Verde, te amamos verde!

                                          Rodolfo Pinzón Bravo

   Nacido en Zaruma, provincia de El Oro. Doctor en Ciencias de la Educación. Fue catedrático de Literatura Infantil en la Universidad de Guayaquil. Se desempeñó como supervisor en la Dirección Provincial de Educación del Guayas (Ministerio de Educación). Ha publicado los ensayos pedagógicos: "Formemos niños lectores", "Juguemos a leer", "Ejercicios de Escritura Básica" (volúmenes 1, 2 y 3) y literatura para niños: "Poemitas y rimas infantiles (2012). Profesor de los niveles preescolar y primaria,  director en la Escuela de Capuchinos "Liceo Santa Ana".  Fue jurado de las distintas ediciones del Concurso Iberoamericano de Ortografía - Capítulo Ecuador "Escribir Correctamente".  

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(Cuento infantil)

Bella y su abuelita

            Una niña vivía en los campos cercanos al palacio de Las Maravillas. Su abuela, una viejecita de cabello canoso y largo que se lo recogía con una vincha de cuero, atendía diariamente a su nieta: alimentándola bien, cuidándola, manteniéndola arreglada con ropa suave de hilo, de colores tenues como el amanecer, que irradiaban el rostro bonachón de su abuela.

            Su nieta, cuyo nombre era Bella, se despertaba temprano en las mañanas, para poner alpiste a los pajarillos que revoloteaban con chispeantes colores que se reflejaban en el agua de la laguna como luces resplandecientes. En la comarca se comentaba que ese día el príncipe andaba de paseo con sus dóciles pajecillos.

            Conversaban. La abuela le indicaba cómo debería preparar los alimentos del día a día y el cuidado que debía tener en ello. Le explicaba suavemente cómo debía recortar la corteza de las patatas  y que lo hiciera con mucha dedicación;  lo cual la jovencita lo hacía de tal manera, que su abuela se contentaba mucho de saber que su nieta había aprendido lo que serviría en un futuro, cuando ella tuviera su hogar. 

            De repente, apareció un joven elegante y con buenos modales a solicitar un vaso de agua. La viejecita lo hizo pasar a su casa de campo. Cuando el joven entró se quedó asombrado de la belleza de la joven. Comenzó a dialogar con ella;  captó su espiritual y natural forma de ser, lo cual hacía que la admirara más.

            Mientras ella en ese momento retiraba la corteza de unas patatas, él le comentó suavemente: “Eres una dama como ninguna y el modo en que realizas tus quehaceres hará prosperar cualquier hogar, al no desperdiciar los frutos obtenidos de la tierra... Te pido que seas mi esposa”. Luego, se despidió.

            Cuando ella se enteró que se trataba del príncipe, lloró de alegría y sus lágrimas se fueron transformando en hermosas perlas que luego adornaron su delicado cuello. Su abuela no salía del asombro y muy animada acompañó a Bella hasta el palacio donde el príncipe la presentó a sus padres, explicándoles que en ella había encontrado todas las virtudes que debe poseer su futura esposa, que ella sería una gran reina y que sería la prosperidad del reino.                                           

                                                             Isabel Calero Solís

     Guayaquileña. Doctora en Medicina. Cirujana pediátrica (Universidad Católica de Santiago de Guayaquil). Cirujana cardiovascular. Es la primera mujer en Ecuador especializada en estas dos clases  de cirugía. Representó al Ecuador en el programa educativo-cultural "La justa del Saber" (Buenos aires - Argentina). Obtuvo un reconocimiento a su trayectoria en las Ciencias Médicas en México (2019). Es pianista (graduada en el Conservatorio Nacional de Música "Antonio Neumane"). Ha ofrecido conciertos de piano en distintos auditorios del país. Preside la Sociedad Sudamericana de Cultura "Agustín Calero Haro".  

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(Microrrelato)              

                             El viejo árbol de tamarindo

    Con Alberto jugábamos, encaramados por el tragaluz del tumbado; mirando a contraluz el viejo árbol de tamarindo, estirando las manos...; no para alcanzar luceros. Queríamos saborear los robustos tamarindos en forma de globos encadenados. Se rompió la rama y salimos corriendo escaleras abajo para recoger el fruto agridulce y saborear el exquisito manjar. 

    Nos alcanza la noche corriendo de regreso a casa...,pues recordábamos la leyenda de la viuda del tamarindo, narrada por nuestra abuelita Zoila Rosa Polo Méndez. en la casa, al fin, repartíamos los frutos de nuestras aventuras a nuestros hermanos. ¡Lindos tiempos!, ¿verdad?

                                        Gabriel Calero Solís

         Guayaquileño. Máster en Comunicación y Desarrollo. Licenciado en Comunicación Social. Artista plástico y publicista. Fue catedrático y subdirector en la Escuela de Publicidad de la Universidad Laica "Vicente Rocafuerte" de Guayaquil. También fue profesor de Publicidad en la Universidad de Guayaquil, Facultad de Comunicación Social (FACSO).

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