RETRATOS
TEMPORALES
UN
CUERVO
No te preocupes si a partir de hoy peco.
He pecado desde mi primer llanto.
Desde el primer grito silvestre y helado.
Desde que un cuervo aparecería entre mis piernas,
y me descubrirían en pecado.
No te preocupes del pecado.
Preocúpate de mis pechos
que se elevan como volcanes.
Madre he soñado una jauría de perros
devorándolos con sus miradas.
No te preocupes,
porque yo nací en el pecado.
Y me hago cada día en ella.
Solo dejaré de serlo cuando
el eco de la perra hambrienta aúlle.
Y yo, acuda a mi renacimiento
hacia un grito diferente.
Entonces madre, deja de pedir
rectitudes.
Que he sido hecha para darte
raíces.
COMPOSICIÓN
Nací del alimento que recogí del suelo poroso
y fermentado de eucalipto.
Mis ancestros usaron los cuerpos de sus abuelos como
abono. Colocaron la semilla. Así nací yo. Del
alimento que recogí del suelo.
Como la fruta cargada de esencias espectrales.
Esencias que, al atravesar mi garganta
se atoran y danzando ágilmente
logran seguir el peregrinaje.
- ¿Míos son tus gusanos?
- ¿Tu cuerpo se ha alimentado de mis huesos?
Sí, como tú carne y la de mis
ancestros
me transformo
en ellos, y ellos aún viven en mí.
No intentes descomponerte.
Naciste así.
ANTONIO
De niña el morbo por ver muertos me ganaba,
teatralmente tomaba la mano del muerto y
lloraba para que me dejaran ver el espectáculo.
La puesta en escena en un viejo cementerio.
Con ocho años decidí que eso era “El Teatro”.
Con Antonio inauguraría la muerte de mis seres queridos.
Había llegado ese día. Y me había convertido en adulta.
Los llantos de viejas que gritan en todos los dialectos,
el remordimiento, la culpa, la perdida. Entendí.
Con Antonio estrenaría mi primera pieza teatral
y así me convertiría en la performer de la escena.
No tengo tíos, ni abuelos, ni primos.
Así que el tiempo y yo decidimos que Antonio
un viejo calvo con playera de Daddy Yankee,
sería mi única familia.
Y para no dejar pretextos,
inyecte nuestros cuerpos con sangre inframunda.
Cada fragmento de mi cuerpo,
ha empezado a podrirse en sus recuerdos.
Hoy quiero creer que existen los dioses
y pedirles que nunca me dejen olvidar
el rostro de Antonio.
Antonio se ha ido y no se ha llevado sus vertebras,
así que recojo sus vertebras en mí y las cuido.
Cuidaré sus palabras, sus afectos, sus sueños,
y así recordare a mi querido Antonio.
NIÑO
ZOMBI
Mientras un niño zombi intenta hablar,
gusanos salen de su boca.
Han devorado su lenguaje.
-Antes que tu lengua se adormezca -habla-.
-Mi casa es mi guarida y no necesito hablar.
¡Silencio!
-Que nadie te descubra.
¡Silencio!
-Amarra la boca del perro.
¡Silencio!
-No hagas sonar tus teclas.
¡Silencio!
Su lánguido cuerpo yace en una fosa de “Ciudad Manzo”,
que está cayendo en ruinas cíclicamente.
El juego del gato y el ratón se ha salido de las manos.
Los niños ya no juegan, duermen eternamente. Pero…
¡Pesadillas!
Balas les salen por sus ojos.
¡Pesadillas!
Zombis elegantes devoran sus dulces sueños.
¡Pesadillas!
Su padre ha muerto crucificado.
¡Pesadillas!
Las mujeres mueren apedreadas.
¡Pesadillas!
Las madres son zombis que paren hijos zombis.
El niño zombi teclea lo más bajo posible.
Un enter misil podría aniquilarlo del mapa.
Su corazón grita, cuando accidentalmente presiona.
¡Puum!
Foto: Cortesía de la autora.
Erika Guadalupe Chanatasig
(Latacunga, provincia de Cotopaxi,
1997). Egresada con excelencia académica
de la escuela de Artes escénicas, Creación Teatral, de la Universidad de las Artes.
Ha participado en Talleres de escritura creativa en terror, con María Fernanda
Ampuero; Taller de escritura “La palabra en el teatro”, impartido por la Universidad
de las Artes. Ha desarrollado formatos pedagógicos en Teatro sombras, dedicados
a las infancias para la RIA. Seleccionada para formar parte del encuentro “Find
roots of theater movement” (Encuentra las raíces del movimiento teatral).
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