Y VI LA
LUZ DE SU CABELLO
Cuando la conocí
vi la luz de su cabello
escuché sus latidos y mi nombre
escapándose
suavemente de sus labios.
Está hoy sentada en la hierba reseca,
reseca, mas hermosa con su amarilla
vestimenta.
Hoy está en pose de musa
admirando el presuroso atardecer.
Puedo pronunciar su nombre
pero prefiero saborear sus palabras
sus miradas ladeadas
su constante suspirar.
¡Ah, bella K,
estás aquí
conmigo!
Miro la lejanía,
me acerco a ti.
Abro mis brazos…,
¿dónde estás?
Las horas han ido menguando la
tarde.
Aquí estás,
lo sé,
pues aspiro el perfume de tu
cintura.
No te veo;
sin embargo, te siento junto a mí.
Cuando la conocí
y vi la luz de su cabello
incendiándose en bellos colores
comencé a comprender la belleza de
la infinitud.
Daniel
Calero Solís
(Ecuador)
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