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lunes, 8 de febrero de 2021

TIEMPO DE AMAR - SILVIA PÉREZ LOOSE - MENCIÓN DE HONOR

          TIEMPO DE AMAR


                                      MENCIÓN DE HONOR



                                                               Silvia  Pérez  Loose


Tu espalda huele a la mañana.

Es  una playa morena dividida por un  leve surco,

donde mis dedos pasean sutilmente hasta alcanzar tus hombros,

 esos pequeños huesos redondos que los conozco de memoria.

  Amo ese recorrido matinal cuando es posible hacerlo.

Mi palma llega hasta tu cadera que el tiempo no la ha engrosado,

 sigue siendo la cadera de ese chico que conocí a los veintidós.

Huelo tu nuca que es como el tronco de una caña de azúcar

 Erguida, hermosa, lampiña.

 Enredo mis dedos en tu pelo ensortijado, que fue lo primero que me atrajo cuando te conocí.

Tu sueño profundo no percibe este periplo que hago  por tu piel,

eso convierte al rito en algo natural,

 elemental o primitivo y a veces pasajero.

 Beso tus ojos  y cuando los abres,

  besas los míos aun con  sueño

 Mi beso es final, antes de empezar el día,

 el tuyo es inicial pero siempre llegamos a un acuerdo.

 Todo es silencioso. Siempre hay rincones para explorar.

Tu  escaso pelo ensortijado,

 tus pies rebeldes y planos,

 tus ronquidos,

 tus olores,

 el amor,

 la enfermedad,

 la puerta abierta,     

el caballo de Troya.

Esta no será la última borrachera,

 a pesar de que hemos jurado que ya nunca más.

Andrés Calamaro junto en una canción las palabras amor y enfermedad.

Nada más real.

Soy como un fruto, que extrañamente no madura

Sigo pendiendo de una rama, cansada ya de sostener mi peso inexacto

En ningún delirio llego a madurar y caer al suelo

Tu caria es muy leve, no me arrancas

Pero abres tu boca y simulas morderme colgada yo de un minúsculo natural.

Abro mis ojos para captar tu intención

Seré un fruto maduro, pero hoy no.

Mi cascara, aunque pálida, te seduce.

 Rama, tronco, raíces,

Retienen a un fruto, el fruto tiene miedo

Pero nadie lo sabe, ni el mismo.

De niña,

Mi juego favorito en el parque

Era el guinguiringongo

Me encantaba esa palabra porque deliberadamente cambiaba sus  sílabas

Y provocaba risas en mis padres

Quizá por eso lo repetía equivocándome deliberadamente

El amor de los padres, no se llega a entender de niño,

 solo se traduce en una insoportable necesidad

para disfrutar del juego necesitan dos compañeros  

de altura y peso similar

si ese detalle falla, no hay diversión

me pregunto si nuestras vidas son un remedo del guinguiringongo

permanecer en equilibrio el uno con el otro

no me empujes al vacío, por favor

no cedas a la tentación, sé que la has tenido, porque yo también

mientras estoy arriba me agarro con fuerza pero la disimulo

disimulo el miedo y a veces también el amor

la distancia es corta, la elevación es mínima pero

elijo sentirme vulnerable, y no sé por que

cuando se piensa mucho, la magia se desvanece

de inmediato

nuevamente estoy tocando tierra con mis pies

tímidamente trato de encontrarte arriba

pero lo que busco es algo específico en tus ojos

algo que tu ignoras que existe

yo me lo he apropiado pero a veces lo dejo perder

y a veces lo quiero encontrar y capturar y

hacerlo mío y despojarte de ….para siempre. 

Seguramente aquel misterio atrapado te lo devolvería

Solo así te lo podría arrebatar otra vez.

Me sumerjo en el manto azul infinito de tus ojos

Me zambullo en uno y salgo a tomar aire por el otro

Y me siento a salvo

Un cierto sabor salado y sé que son tus lagrimas   

Pero no correrán

Por lo menos hoy no

Trato de llegar a tu aroma

Percibir el nuestro es imposible, solo otro lo puede hacer.

Algo tan íntimo de nuestro ser

Está tan expuesto a los demás

Para quienes se acerquen

Lo suficiente a nuestra humanidad

Ni siquiera el mal aliento de la mañana lo podemos percibir por eso

Nos esmeramos en desaparecerlo a como dé lugar

Aunque no estemos seguros

Si se desvanece por completo.

La fragancia es un arma eficaz de seducción.

A Borges solo le quedaba el olor de sus libros,

El papel, la tinta el cuero.

Nosotros solo nos leemos los dos

Cada vez que lo hacemos, nos olemos

Aunque el argumento de cada uno no sea

Exactamente igual,

El humor de nuestros cuerpos

Narrará  la misma historia

Con palabras diferentes

Los olores de cada uno

Serán parte del otro y cada día

El recuerdo de ayer será cercano         

Se irá  almacenando en nuestra propia biblioteca.

El olor de carne cruda

Colgada en tronchos, rojiza, manchada de sangre ya muerta

Unas manos grandes de carnicero

Cuchillos afilados

Piedras que golpean y suavizan la carne dura y necia

La precisión para cercenar la grasa y apartarla.

A veces me siento como la carne y tú el carnicero

A veces es lo contrario

A veces yo soy yunque y martillo

A veces lo contrario.

Noche estrellada huerto de luceros

Tarde de aguajes

Agujes internos

Mañanas de sueño no al que me aferro

Abrir los ojos me da pánico

El pánico se vuelve miedo

Hacia el mediodía es melancolía

Tenerte a ti.

¨Tu amor mi enfermedad¨ (Andrés Calamaro) 


                                         SILVIA PÉREZ LOOSE

Silvia Pérez Loose. Guayaquil, 1965. Realizó sus estudios superiores en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, graduada en la Facultad de Filosofía y Letras en la Escuela de Literatura. Ha ejercido la docencia en diferentes instituciones educativas. 

Ha colaborado con varias antologías y publicado artículos en revistas digitales e impresas,  así como en Diarios nacionales. 

Con este poemario, Silvia Pérez Loose obtuvo la Mención de Honor en el III Concurso Nacional de Poesía David Ledesma; organizado por el Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva y Ecuador Literario y Artístico.


Foto:  Cortesía de la autora.