AQUEL DIA
Aquel día me levanté
de pronto,
con la melodiosa voz
de un pajarillo
que alegre anunciaba
que amaneció.
El sol brillaba como
tu melena dorada,
que con tanto amor
siempre acariciaba.
El radiante sol giraba
a mi alrededor,
miré mi lecho y ya no
te encontré…,
te habías marchado … Sí,
¡te habías marchado!
¡Así tan de repente!,
sin siquiera despedirte,
dejándome en el peor
de los olvidos:
corazón ardiente y con
gemidos.
Mi mente no concebía la
idea de no verte,
¡peor la realidad
absurda de perderte!
¡qué dolor grande!,
¡tal parecía: llegaba a mí la muerte!
Hoy que estoy tan sola,
¡yo no vivo!,
soy como hoja seca
aferrada a mi suerte,
como el viento que
gime en la ventana,
ese viento nocivo que
al rato se convierte
y abraza fuertemente a
mi existencia,
para darle un alivio a
mi conciencia.
Tu nombre,
hoy solo llora los
pájaros azules
y las golondrinas
paradas en el techo
de la casa donde
tuvimos nuestro lecho.
Hoy estás libre y yo
estoy libre de quererte,
pues la melancolía ya
dejó de carcomerme.
TERESA SAQUICELA TOLEDO
Educadora. Especializada en Literatura y
Lengua Española. Escribe
poesía. Integra
el taller literario
dirigido por el escritor
Daniel Calero.
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