TIEMPO DE AMAR
MENCIÓN DE HONOR
Tu espalda huele a la mañana.
Es una playa morena dividida por
un leve surco,
donde mis dedos pasean sutilmente hasta alcanzar tus hombros,
esos pequeños huesos redondos que
los conozco de memoria.
Amo ese recorrido matinal cuando
es posible hacerlo.
Mi palma llega hasta tu cadera que el tiempo no la ha engrosado,
sigue siendo la cadera de ese
chico que conocí a los veintidós.
Huelo tu nuca que es como el tronco de una caña de azúcar
Erguida, hermosa, lampiña.
Enredo mis dedos en tu pelo
ensortijado, que fue lo primero que me atrajo cuando te conocí.
Tu sueño profundo no percibe este periplo que hago por tu piel,
eso convierte al rito en algo natural,
elemental o primitivo y a veces
pasajero.
Beso tus ojos y cuando los abres,
besas los míos aun con sueño
Mi beso es final, antes de
empezar el día,
el tuyo es inicial pero siempre
llegamos a un acuerdo.
Todo es silencioso. Siempre hay
rincones para explorar.
Tu escaso pelo ensortijado,
tus pies rebeldes y planos,
tus ronquidos,
tus olores,
el amor,
la enfermedad,
la puerta abierta,
el caballo de Troya.
Esta no será la última borrachera,
a pesar de que hemos jurado que
ya nunca más.
Andrés Calamaro junto en una canción las palabras amor y enfermedad.
Nada más real.
Soy como un fruto, que extrañamente no madura
Sigo pendiendo de una rama, cansada ya de sostener mi peso inexacto
En ningún delirio llego a madurar y caer al suelo
Tu caria es muy leve, no me arrancas
Pero abres tu boca y simulas morderme colgada yo de un minúsculo
natural.
Abro mis ojos para captar tu intención
Seré un fruto maduro, pero hoy no.
Mi cascara, aunque pálida, te seduce.
Rama, tronco, raíces,
Retienen a un fruto, el fruto tiene miedo
Pero nadie lo sabe, ni el mismo.
De niña,
Mi juego favorito en el parque
Era el guinguiringongo
Me encantaba esa palabra porque deliberadamente cambiaba sus sílabas
Y provocaba risas en mis padres
Quizá por eso lo repetía equivocándome deliberadamente
El amor de los padres, no se llega a entender de niño,
solo se traduce en una
insoportable necesidad
para disfrutar del juego necesitan dos compañeros
de altura y peso similar
si ese detalle falla, no hay diversión
me pregunto si nuestras vidas son un remedo del guinguiringongo
permanecer en equilibrio el uno con el otro
no me empujes al vacío, por favor
no cedas a la tentación, sé que la has tenido, porque yo también
mientras estoy arriba me agarro con fuerza pero la disimulo
disimulo el miedo y a veces también el amor
la distancia es corta, la elevación es mínima pero
elijo sentirme vulnerable, y no sé por que
cuando se piensa mucho, la magia se desvanece
de inmediato
nuevamente estoy tocando tierra con mis pies
tímidamente trato de encontrarte arriba
pero lo que busco es algo específico en tus ojos
algo que tu ignoras que existe
yo me lo he apropiado pero a veces lo dejo perder
y a veces lo quiero encontrar y capturar y
hacerlo mío y despojarte de ….para siempre.
Seguramente aquel misterio atrapado te lo devolvería
Solo así te lo podría arrebatar otra vez.
Me sumerjo en el manto azul infinito de tus ojos
Me zambullo en uno y salgo a tomar aire por el otro
Y me siento a salvo
Un cierto sabor salado y sé que son tus lagrimas
Pero no correrán
Por lo menos hoy no
Trato de llegar a tu aroma
Percibir el nuestro es imposible, solo otro lo puede hacer.
Algo tan íntimo de nuestro ser
Está tan expuesto a los demás
Para quienes se acerquen
Lo suficiente a nuestra humanidad
Ni siquiera el mal aliento de la mañana lo podemos percibir por eso
Nos esmeramos en desaparecerlo a como dé lugar
Aunque no estemos seguros
Si se desvanece por completo.
La fragancia es un arma eficaz de seducción.
A Borges solo le quedaba el olor de sus libros,
El papel, la tinta el cuero.
Nosotros solo nos leemos los dos
Cada vez que lo hacemos, nos olemos
Aunque el argumento de cada uno no sea
Exactamente igual,
El humor de nuestros cuerpos
Narrará la misma historia
Con palabras diferentes
Los olores de cada uno
Serán parte del otro y cada día
El recuerdo de ayer será cercano
Se irá almacenando en nuestra
propia biblioteca.
El olor de carne cruda
Colgada en tronchos, rojiza, manchada de sangre ya muerta
Unas manos grandes de carnicero
Cuchillos afilados
Piedras que golpean y suavizan la carne dura y necia
La precisión para cercenar la grasa y apartarla.
A veces me siento como la carne y tú el carnicero
A veces es lo contrario
A veces yo soy yunque y martillo
A veces lo contrario.
Noche estrellada huerto de luceros
Tarde de aguajes
Agujes internos
Mañanas de sueño no al que me aferro
Abrir los ojos me da pánico
El pánico se vuelve miedo
Hacia el mediodía es melancolía
Tenerte a ti.
¨Tu amor mi enfermedad¨ (Andrés Calamaro)
SILVIA PÉREZ LOOSE
Silvia Pérez Loose. Guayaquil, 1965.
Realizó sus estudios superiores en la Universidad Católica de Santiago de
Guayaquil, graduada en la Facultad de Filosofía y Letras en la Escuela de
Literatura. Ha ejercido la docencia en diferentes instituciones
educativas.
Ha colaborado con varias
antologías y publicado artículos en revistas digitales e impresas, así como en
Diarios nacionales.
Con este poemario, Silvia Pérez Loose obtuvo la Mención de Honor en el III Concurso Nacional de Poesía David Ledesma; organizado por el Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva y Ecuador Literario y Artístico.
Foto: Cortesía de la autora.