jueves, 2 de octubre de 2014

LA POESÍA DE VÍCTOR GARAY OLEAS

Fornicotorreo democrático

Nuestra señora democracia está de plácemes.
Porque su gente cree en alkaseltzer y en la
daguerrotípica decapitación ciudadana.
Porque en primera plana se desvelan a moco
tendido con la diarrea imperial de los
xenofóbicos reformismos migratorios.
Porque los trogloditas del poder con su
patraña del buen vivir en reelección vitalicia,
están criminalizando nuestro insurrecto
inconformismo a punta de correazos y bozales.
Porque con festinosas fraudulencias financieras
nos siguen hipotecando a la bancagada internacional.
Porque los distinguidos desfalcadores del paraíso
fiscalduzac y petrodelgadamente se pavonean
con su temeraria y maliciosa pillhonorabilidad.
Porque los empachados hambreadores del pueblo
constan cretinamente digitalizados en las páginas amarillas.
Porque con neoliberales leoninos y caperucitas rojas
Correistócratas mucho hay que cuidarse con el ojo tuerto
con las taradeces tiranuelas de un mísero maduro lobo feroz.
Y porque, definitivamente, nuestra democoquetocracia,
es una meritocrática mesalina que lo mismo le da
la reconfortante y regalada gana de amancebarse
con bergantes de cuello blanco o charretera.


A calzón quitado

Si hablar a carajazo limpio
y no aborregarnos a calzón quitado
ante aquellos sardanápalos que pretenden
domesticarnos con leyes mordazas
que pulvericen la libertad de opinión,
equivale a no hacer literatura,
me sumo a quienes lo admitan o asimilen,
porque si literaturizar
lamerdosamente,
homosapientísticamente,
honosexualísticamente,
o atosigarnos con la diarreica verborragia
de sabatínicas y sodomíticas sandeces,
de estultísimas hipócritas palabrujas,
entonces allí sí no he de aceptar
que aquello se constituya en
insigne insumo estético artesanal,
sino en indeterminado eructo demagógico,
como insulso producto interno bruto
de cul-turra cínico literaria.


De la rutina y demás desparpajos

Y todos los días el mismo canto del gallo
llamándonos para morir cada mañana en esta vida.
El mismo desayuno de mentiras
que en magro pan de prensa nos traen
los vituperados sicarios de tinta.
Y todos los días iguales sociolistos
perros sarnosos que lambonean y excretan
sus heces sobre amotinadas calles con
agraviados y apaleados tirapiedras.
El mismo horario de trabajo donde nos
ofrecemos al baratillo del peor postor o a
la chatarrosa obesidad del ogro filantrópico.
Y todos los días iguales bólidos que ruedan
asesinando el aire y machadianos caminos.
Iguales voces, veces y reveses,
gritando el mismo libertario canto,
aullando el mismo reivindicante llanto.
Con la misma meritoria meta
de procurar escarbar en todos los días,
las mismas nefríticas noches y
las mismas nimiedades pendejodedoras.
Víctor Garay Oleas
(ecuatoriano)