sábado, 27 de agosto de 2022

I Festival Literario Internacional Siete Lunas


El Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva realizó ayer la primera parte del I Festival Literario "Siete Lunas"; en el que participaron escritores que a través de sus obras poéticas y narrativas deleitaron al público en el Salón Pedro Carbo, de la Biblioteca Municipal de Guayaquil. 

Grato fue escuchar a: Narcisa Cedeño Viteri, Piedad Villavicencio, Rodolfo Salazar, Carmen Fondevila Beltrame, Julia Avecillas Almeida (ganadora del IV Concurso Nacional de Poesía David Ledesma) y a la colombiana Luz Amparo Restrepo.

 Hoy se realiza la segunda parte, en el auditorio "Julio Jaramillo" de radio Cristal (calles Luque y José de Antepara). Están cordialmente invitados.
 

sábado, 20 de agosto de 2022

SANTIAGO PONCE RHON: MENCIÓN DE HONOR IV CONCURSO NACIONAL DE POESÍA DAVID LEDESMA

Santiago Ponce Rhon

 

EXCOMUNIÓN DEL LETARGO

 

Atlas/Balcón

El filo de aquel horizonte

Pináculo de transfiguraciones

Una tras otra, componen

El filo de aquel horizonte

Que, hacia el futuro se elonga

Y del pasado hastía

 

Aquí, como todo humano

Encendido por la voluntad de ser

Pregonar un discurso ya dicho

Reflexión de historias contadas

Aquí, en el otro balcón

Aquí, en un palco de metáforas

 

Lontananza que esconde el sentido

Política del silencio indefinido

Retén del artista y del Nietzscheano

Que nivela aquel mundo escindido

Entre dios y humano, deóntica y azar

Ad Astra, claman, los que en tierra han nacido!

 

Olvidado aquél, y así aquel otro

Deja fluir esta máquina infernal

¡Déjalo! ¡Si! Aunque cueste tres sentidos

En cementerio indefinido, todo es un no-lugar

Pues no hay sacrificio muy grande

Si de escapar al mundo se ha de tratar

 

Así, lontananza teúrgica y muerta

Limítrofe solo con su propia moral

Áspera, terrible, necrótica, voraz

Futuro que colapsa en su microfísica

No menos artero y engañador que poderoso

Cristalizado; retén del artista y del Nietzscheano

 

No busques, pues, respuesta cierta

En esta exigua declamatoria

Soy solo un excomulgado

De un letargo dogmático y positivo

 

 

 

No es Ícaro

 

Y, es que, eso soy, un fingidor

Fonemas, figuras, y falsos iguales

Tonel Danaídico, silueta agreste

Deseo maquinario del objetivador

Realidad lacerante, de níveas tonalidades

De un púrpura casi extinguido

Puntiaguda e irregular, bretes causales

En que logos y pathos son sentido

 

Serás- y soy- aquel que brota

Como grito/romance de la vida

Del vuelo que emprende no piensa

Hasta ser antípoda de lo nuevo

Hasta ser un deseo viejo

Que emana soles y cuásares

 

En una estasis que es sentido mismo

Entrevisto, ya, el vacío (un pozo

silente, limítrofe y agudo), de tal suerte

Que ni lo entrópico de tu ser, lo pesado

Acude al impacto del suelo anhelado

Ni tus alas te evitan la muerte

 

Allí estoy- estamos- crisis y perpetuidad

Mientras, termodinámicamente, suspiras

Al tiempo que tu mecanicidad oxidativa

Oscila entre la réplica celular y la poesía

Allí estamos, entre uno u otro logos

Entre dos verdades a medias y un sueño

 

Mil y tres goteras sobre el busto teogónico

Perpetuamente sutil, roca, verdor fúngico

Centinela custodia del movimiento

Dialógico diagrama difícilmente único

Que, derruido- tú y yo-, enhiesto queda

Arquetipo atípico más veintiúnico

 

3. Albor/Palingenesia de medianoche

 

¡Mira a aquél! ¡Un mar de nada (o humano)!

Otro Sísifo, que ni escala, empuja o despeña

Monolito intangible, inconexo en su desdeña

Un cúmulo de nada (sagrada), inframundano

Así como es sátiro es tragedia

El tenue albor, su luz, enseña

 

Y, tornando vista hacia el mar de mares,

Ciudad/colmena de no-lugares

Encuentra otro Ícaro que no seas tú,

Y halla, así, el vacío hecho mito (un mito vacío)

Unos se asen al membranoso espíritu

Y otros agitan sus miembros hacia la nada

 

Palingenesia del retorno (a lo mismo)

Con ojos abiertos y mirada al techo

El sueño, eximido ahora en conciencia

Inventa que allí inició el río

de Heráclito: un trastabillar y un esconderse

Solemnes las mentiras de lo que es mío

Empleado el rostro falso (fálico)

Que en cierta época fue brío

Es, pues, tu destino, ser impío,

Martillar filosóficamente aquella inercia

 

¡Eres solamente humano! -tal vez demasiado-

A tu dios, un dragón perenne, erigiste

En imagen y semejanza tuya, en imagen

del alce, del tapir, del nardo, del sueño,

de la muerte, de lo bello, de lo triste

Del quedarse, del pasar de largo, del viaje

Y así mismo socavarás sus cimientos

Maldecirás su memoria, su estructura

Sus dragones, su vida y su firmamento

 

¡Y así mismo, retornarás a ti! (y al otro)

Y verás que son espejos de una nada

De un pozo sempiterno, que solo acaba

Con la muerte

           llamado humano.

 

Semblanza:

Me llamo Santiago Ponce. Tengo 19 años. Estudié en el Colegio San Gabriel y estoy cursando el 1er año de Artes Liberales. Mis intereses, tanto a nivel personal como académico, se centran en la filosofía. He desarrollado cierta inclinación por el arte; principalmente literatura y cine, así como estética y la filosofía del arte. Participé en un concurso de la USFQ (Interpretatio 2021), por el que obtuve el primer lugar. He desarrollado un gusto por la escritura, principalmente microcuentos y pequeños textos, y quisiera desarrollar mis habilidades en el ámbito de la poesía de forma más profunda.

 

viernes, 19 de agosto de 2022

HENRY LÓPEZ GONZÁLEZ: MENCIÓN DE HONOR IV CONCURSO NACIONAL DE POESÍA DAVID LEDESMA

          

                          VOZ Y ENCIERRO

 

                    AFECTOS

                        I

Estaba prohibido hablar de afectos

que la sangre borrara sus huellas 

y en el destierro bajo la luna llena

nos culparan por los prohibidos encuentros,

cuales condenados y amartelados enfermos

desintegrándose en deseos inapropiados,

como si pecaran, como depravados

que se degluten en besos al sol

incrustando espinas en el corazón

y finalmente… ¡en un adiós morirán mutilados!

 

                         II

 

Afectos aguardan bajo nuestra piel

nos arañan desde dentro

desde un pseudoconsciente óseo y hueco

transmite latidos en tonel,

sentimientos que no palpan ni se pueden ver

es un mecanismo en sedición

que era mejor blindar o no tener motivación

¡Que no hablemos, he dicho!

toquen guitarras, canten cosas sin sentido

al calor del mediodía… al sol.

  

                    III

Callen, cierren bocas y picos

y el viento enmudezca

en torbellinos de catarro.

Afecto…

apego patológico,

beso, orificio, nervio

pulsión, mezcla arrogante

galopante magnetismo 

que en el viento musita

seca ese rostro afligido

emergido de la decepción

que ninguno y nadie se atreverá a mencionar.

 

           HORA DE IRNOS...

Intercalamos nuestra vida

entre días buenos y semanas malas,

señalamos una ruta que desconocemos

donde nos reconocemos y también nos olvidamos.

Odiamos la máscara de la estabilidad

mientras dentro en cada uno

entre llamaradas y humo

gritamos, arremetemos

contra las cosas para destrozarlas.

 

Fui exiliado a patadas del espacio

donde anida la piedra

entre tu 2da y 5ta costilla,

con las pastillas y las pócimas

fue mi último e íntimo contacto 

para poder lidiar con el demonio

que esperaba sentado vernos consumir a besos.

 

Fue inigualable.

Nadie más cometió tantos pecados

y pude desvestirte el alma

a medianoche con un cigarrillo

con la piel junta en ese espacio enmudecido

que nos pedía fluir entre tensiones

para que puedas descansar tranquila,

mirarte hasta que la alarma suene

y nos diga que ya es hora de irnos.


        POR UN INSTANTE

Te acompañé al hospital

porque no quisiste molestar a los tuyos

y estuve yo, pensaste en mí

te acompañé, la enfermera llamó

y al escuchar tu nombre tomé tu ropa

luego me senté y la señora de junto

me preguntó: ¿A qué hora saldrá su esposa?

sonrojé, sonreí

el gesto lo ocultó la mascarilla.

 

Aunque nada nos une

ni sangre, ni apellidos

hoy solo vine a acompañarte

porque no hablaste a los tuyos

yo estuve allí

como un escapado de sus líneas,

el amante más absurdo

con el que siempre cuentas

el que sirve para algo

no tu amigo ni tu allegado

porque esas son formalidades

pero la señora a mi lado

me preguntó por mi esposa

y no la desmentí

imagina si lo fueses,

ser algo mío, al menos prestado,

mi esposa por un instante

hasta que la vida nos vuelva polvo

sople el viento y nos arrastre 

para así volver a juntarnos.

 

UNA VOZ EN EL ENCIERRO

                I

Al final de la jornada

 

Esperar reunirnos y la vida retome su vía

de abrazarnos otra vez.

Partieron sin despedirse

quebrantos de recordar son los que quedan

a quienes el tiempo solo dilató,

la sombra nos robó el aliento

creímos escuchar un chasquido 

y la muerte quizá siguió su paso

con miedo tal vez temprano, quizás tarde

¡Fe, nunca nos faltes!

y al final de la jornada

encontrar el abrazo que en casa nos espera.


                      II

251220

 

Año de perturbaciones

entre corazones que dejaron de latir

le pedí al destino: ¡Dame tregua!

no me dejes a un lado del camino.

 

Leí entre lápidas una leyenda

que rimadas sonaron a versos de amor

un coro, una melodía rockera y pegajosa

y entendí entonces que los ángeles

también te dan la espalda.

 

Se inunda un hogar cuando sonríen los niños

el beso de una madre esperando

es la fuente que jamás agota

en la oscuridad de una o mil pandemias.

 

Semblanza

Henry Daniel López González, ecuatoriano, oriundo de la cuidad del Guayaquil. Médico de profesión y especialista en Psiquiatría, labora en un hospital de la ciudad. Además, dedica tiempo a la escritura y lectura literaria entre sus ocupaciones lo que considera un escape a todo lo convulsionado del ritmo de la vida actual. 


Foto: Cortesía del autor.

Dr. Henry López González

CRISTIAN GABRIEL LINCANGO: MENCIÓN DE HONOR IV CONCURSO NACIONAL DE POESÍA DAVID LEDESMA

 

CRISTIAN GABRIEL LINCANGO: MENCIÓN DE HONOR

IV CONCURSO NACIONAL DE POESÍA DAVID LEDESMA

 

Cristian Gabriel Lincango

RAPSODIA DE UN HOMBRE QUE SE MIRA EN EL ESPEJO

 

                    I

Le confieso el profundo

dolor que siento al dejar a mi hija,

los juegos carruseles en los parques perdidos,

los árboles de otoño,

el río de aguas negras por el que viajo,

por el que sueño,

por el cual

(sin quererlo)

me devuelve a ella,

 y me asfixia con sus ramas,

y me tumba de raíz,

y me puede con su miedo para acercarme en vilo a sus fronteras,

a su espesura

(su también soy)

y puedo devorarte

como un tigre

que saca sus garras

bajo la sombra

de/esta/ selva/ maldita.

 

             II

Inclemente y ciega

me habla en su lenguaje de nido,

de pájaro,

de vuelo al trasfondo de la nada.

Porque estoy vacío y libre de todo prejuicio.

En mi mente/avión no pueden

dispararme porque aprendí que el

reflejo del retrovisor puede más que un dardo

en el corazón invierno,

en el corazón de agosto,

en el corazón robot de un niño ciego

que palpa con sus manos

lo que no siente para volver

al principio

al final

(y de regreso)

al cuento de la niña subyugada

en el bosque de serpientes. 

 

                     III

Ya es tiempo de achicar los oídos,

destruir su presencia,

ser tímpano afiebrado bajo el agua de las evocaciones;

porque el recuerdo puede más

que el puente en donde Amy Adams

sollozó a las estrellas mientras

Cumandá se entregaba a los solsticios

para olvidar la carne,

para olvidar el verbo,

para olvidar el soy,

el quiero,

(el ser)

que perdió a su esposa en el parque de ataúdes,

porque solo los muertos saben

lo que nos espera al cruzar el límite finito:

y tranquilizar un millar de mariposas,

y cambiar las cenizas del pasado,

y fumarse un cigarro sin temor a tumores cancerígenos.

 

                     IV

Ya es tiempo de seguir,

dice el maestro Zen sentado

a la vera de un lago cristalino.

Ama lo impalpable con un amor sacro y profundo,

tiempla las maderas del olvido,

los finos hilos del desastre,

vuelve a cuando eras niño y

jugabas a rabietas en el monte y en el campo,

sobre la arena apilada en el patio

que tus padres compraron

 para levantar una casa hipotecada.

 

Vuelve a la cabeza de los árboles y a la sombra de los astros.

Mira fijamente la televisión:

adentro, hay cien cuerpos mutilados;

afuera, una niña que camina en las calles desoladas.

Mañana, dice el burócrata público,

la encontraron con las piernas destrozadas.

 

Sana con la luz de la cascada,

con el viento de la costa y la fuerza de la sierra.

Sana en tu montaña de ancestros,

con los huesos de tus padres y la sangre de tus hijos.

Si yo fuera Lao Tsé, diría:

 “ese pájaro amarillo va de rama

en rama sin pensar en su alimento”.

 

                  V

Usted piensa y sufre.

Niños cargando un fusil entre sus manos.

Caminos desolados. Desiertos infinitos.

Una mujer sostiene un bulto entre sus brazos.

La realidad es un cadáver que sonríe

mostrando la boca que no tiene.

La realidad es el hambre de los ciegos y el rostro

de los pobres.

 

Mi realidad es Alessa,

sus manos invisibles detrás de mis espaldas.

Un dibujo con un árbol y un sol pintado

con fragmentos amarillos.

Al reverso, una nota que dice:

“no te vayas, papá”. 

 

Mi realidad es la esposa que no tengo,

que no tuve,

porque la realidad es que nada de lo que creemos

nuestro nos pertenece.

 

Ana María de olas invisibles (digo),

yo te evoco a 1000 metros de distancia

caminando de la mano de tu amante argentino.

 

                     VI

Aprendí de las cosas simples,

de la vida simple.

Un monje reza bajo un árbol bodhi

y un viejo ríe al mirar una marmota.  

Mas calmado pienso en el centro de Ucrania.

Pienso aeropuerto y un punto indistinguible

en el espacio.

Pienso unicornio y unas manos extendidas

bajo un cesto.

 

Pienso en la guerra con dos hombres

rescatando los pedazos de una niña en los escombros.

Miro un pájaro derribado en las alturas.

Quien desciende tiene el rostro de mi padre.

Es un rostro parecido al de mi padre

aunque muy posiblemente no se le parezca. 

Yo lo miro y no puedo evitar

pensar en los azotes,

las bofetadas,

sangre como un río

cayendo de mis ojos

y mi madre sentada

en una banca con espuelas

llorando derretida

en un mar de falsas esperanzas.

 

                    VII

Mas allá, un viejo me sonríe.

Puedo confesarle el profundo dolor que hoy siento,

aunque nada sea perfecto siento la vida,

sus frutos intangibles.

Puedo sentir su presencia,

las semillas que germinan junto al viento.

Las risas de los niños, el cuerpo de azafata

que me dice que el dolor va desapareciendo:

al menos hoy

y puede que quizás mañana,

siempre y cuando

el hombre que soy mire con

muchísima atención al hombre

que es frente al espejo.

 

Semblanza

C. Gabriel Lincango Palacios nació en Quito, Ecuador, en 1991. Cursó sus estudios superiores en la Escuela Superior de Policía “Gral. Alberto Enríquez Gallo”. Actualmente ostenta el grado de teniente y es el coordinador de la policía preventiva comunitaria de la Subzona Manabí Nº 13, en donde se destaca su aporte en varias ferias ciudadanas. Ha participado en diversos concursos literarios de cuento y poesía. Además de poseer cursos y diplomados sobre creación literaria y estructura del cuento. 

 

Foto: Cortesía del autor.