lunes, 25 de julio de 2022

"Carta a mi padre": Teresa Saquicela Toledo

 

             CARTA A MI PADRE     

                             A Luis Amadeo Saquicela Lituma 

Desde que te fuiste padre…

también tengo el deseo de partir 

y vivo ¡ah, porque esa es la vida…,

vivir y vivir!

 Quince años ya han transcurrido

desde que tú dejaste nuestra casa

 y nuestros corazones; ¿sabes padre?

están llenos de dolor y de nostalgia.

 

Cuántas veces mis ojos se han llenado de naufragios 

cuando junto a tu sepulcro he recordado

aquel tiempo en que tú me arrullabas 

inmerso sí, en inefables alegrías:

porque a mi lado, padre, tú sentías 

que un abrazo etéreo te envolvía

y hasta el Señor llegabas.

Siempre brilló con plenitud en mi camino 

la clara luz de tus pupilas diamantinas,  

que buscaban siempre para mí un destino

libre de errores, de dolor y espinas.

 

Nos dejaste como ejemplo la grandeza 

de ser humildes, dignos y honrados 

y en la sangre: tu altivez y entereza  

para enfrentar el problema y superarlo.

 

Desde la noche de aquel mayo triste  

a solas pienso y te recuerdo, Padre mío, 

y a veces grito para que puedas escucharme.

Yo miro al cielo e imagino

que en un ángel el alma de aquel hermano mío 

camina apresurado para darte mi recado.

Yo no sé cómo comienzo por contarte 

todas las cosas que han pasado.

¿Sabes, papito?, mi madre vive sola 

y tiene el corazón muy destrozado, 

porque en él guarda vivo el recuerdo 

del gran amor que se le fue dejando, 

quiero contarte que tus nietos niños  

hoy ya son hombres y que han crecido,  

y que han formado también ellos su nido:

retoños nuevos, también han florecido.

 

Mis hermanos y yo te recordamos siempre 

con el amor puro que tú nos impartiste  

y al conversar de ti, lentamente nuestro llanto 

se derrama silenciando las palabras en gemidos, 

los blancos crisantemos que gustabas 

te llevamos siempre los domingos;

mas, ¿sabes? siempre se tornan marchitos,

parece que se han muerto, 

 porque creo que acuden a buscarte  

allá arriba, en el cielo,  

porque… Padre, tú sí que eras

el señor de nuestra casa, 

el creador, el formador…,

el forjador de nuestros triunfos obtenidos.

Te sentimos presente,

aunque sabemos que estás ausente 

porque tú naces como el sol de cada día

en los dolores hondos y en las alegrías. 

Eres para nosotros esa luz que perpetua siempre, 

nos muestra el camino, sin que exista el olvido. 

 

A veces pienso,

¿sabes que mi corazón es ya casi un anciano?

Ha envejecido de tanta tristeza 

y yo tengo ya el cabello cano; 

a pesar de que otoño aún no ha pasado por mis años 

pero he sufrido tanto yo por tu partida…

Ya no estás presente en mis sueños 

porque lo que yo soy, te lo debo padre…;

lo bueno que poseo tú me diste,  

por ello para mí, solo hoy existe 

mi Dios, tu imagen y mi santa madre. 

 

En este instante que intensamente vivo 

he querido escribirte esta carta sentida 

para que escuches allá en el horizonte, 

donde acaba la tierra y comienza otra vida 

aunque mi corazón ignore la lengua de los muertos,

vibrarán mis palabras al llegar a tu oído 

se acortará la distancia y también el tiempo,  

para que, en un instante, tú me muestres el templo 

dónde habitan los justos y los padres buenos

y deje de llorar y viva del recuerdo

tuyo, Padre mío, que estás en el cielo.

Teresa Saquicela Toledo

Foto: Cortesía de la autora.

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