DE DÓNDE SALEN LAS FLORES
De
dónde nacen aquellas rústicas,
aquellas
tácitas observadoras
de
amores y odios,
de
sangres y efluvios íntimos?
De
qué país son las simples y sosegadas,
son
de tu cabello alborozado al despertar?
De
dónde salen aquellas que respiran
sobre
la tierra silenciosa de los nombres inútiles?
Esta
flor y mi nombre se enlazan
en
centurias de soledad,
reencontrándola
en cada muerte,
en
todo mi silencio de espacios húmedos
y
en toda tierra que besó tus piernas desnudas.
Esta
flor llegará a nacer
cuando
tu aliento invoque
mis
infinitos nombres y mis perpetuas manos.
LAS FLORES DE LOS SEÑORES
He
visto morir las flores en tu camino
Las
he visto desaguarse
Algunas
se ahogaron en su polen
Otras
prefirieron ofrecerse a las fauces de cualquiera
AQUÍ NO HAY SEÑOR, NO
Aquí
no hay señor que sostenga las prisas
de
tu andar, no,
tampoco
hay casa mayor donde refugies
tu
miedo a llamarte, a nominarte, a numerarte
entre
las almas quebradas prematuramente.
Aquí
no hay superior
que
enjuicie tus fantasías
de
amor en muslos vecinos,
ni
en labios coloreados de prohibición.
Aquí la puerta de la locura invita a la insolencia,
a
forzar vírgenes de estirpe sacra,
a
regresar la vida a la memoria negra
y
despoblada del frío permanente.
Aquí
la tranquera del enajenado
no
te llama muerto ni desahuciado,
en
este lugar los Dioses son solo palabra
para
ilustrar, para reafirmar el olvido,
para
entrar al fuego hiriendo a los ángeles
de
lascivia y derrumbe humano.
CONFIESO
Lo
confieso, he tomado a tu ángel por concubina
Ha
parido un héroe
Llora,
ríe, ama, odia, escribe versos
Pinta
en el horizonte un color que guía mi despedida
LO QUE YO TENGO
Lo
que yo tengo es sangre en la palabra,
sangre
de ti y de mí vertida de
esta
tristeza interminable.
Lo
que yo poseo son pájaros
que
se niegan al viento y hablan,
hablan
sin cesar de la angustia y
la
gravedad de los cuerpos.
Yo
no sé si esta sangre alcanzará
para
garabatear el poema que
decante
a mis nautas renuentes.
Lo
que yo tengo es la ira de tu muerte
encerrada
en mis átomos,
las
condolencias de mis cabellos,
la
historia que muere en mi lenguaje y
un
pan que me invita al diálogo
en
las mesas interrumpidas.
Lo
que yo poseo, lo que soy, lo que no fui
lo
ofrezco como excusa para morir
abandonado,
absurdo, deshumanizado.
TU PECADO, MI PECADO
Tu
pecado fue interpretar el mundo
Te
dolían sus diciembres de fanfarria e ironía
Te
lastimaban tus ayeres y los presentes
Mi
pecado fue ser, me duele el mes de julio
LA PATRIA ES UN POEMA
Mi
patria es la poesía.
Subyace,
participa,
se
esconde bajo los pies de cualquiera,
atrapada
en los dedos de un brujo,
encerrada
en las carnes de la ramera solitaria
que
amamanta la ternura del ignorante,
embriagada
y sincera en el borracho de la plaza.
Mi
patria es el concepto que no presume,
salta
y se presenta desnuda en la palabra,
en
el número sin mencionar,
en
el color dormido,
hoy
existe poesía en las historias que fueron y
en
la especulación de lo que no será,
hoy
concurre poesía en el papel abusado por la noticia,
por
la mancha del comedor de barrio y
el
olor a carne muerta de los mercados.
Mi
poesía ahora mismo se declara sin patria
pues
ya no hay caso en el hambre de todos.
La
poesía, la patria, mis manos y tu esperanza
nacieron
secas,
se
heredaron agonías y reflejos de poemas.
DONDE FUISTE POEMA
Resbala
mi poema, mi patria
Bajo
los puentes donde los titanes
Murieron
de desierto.
BAJOS LOS PUENTES
Las
estancias bajo los puentes son expatrias,
qué
buscas ángel fugaz entre
las
piernas de la madrugada?
Has
vuelto a las paredes negras
a
marcar tu tránsito,
a
que tus uñas resbalen
sobre
la humedad creyendo
en
sexos desmesurados,
sombras
que persiguen,
sombras
que te abandonan,
sombras
de ti oliendo a mendrugo negado
y
a puchos de ceniza y barbarie.
Aquí,
bajo los puentes,
donde
la amargura se bebe y se come
aspirando
a la muerte,
Dios
lloró su destino
apuñalado
por el vaho de bocas quebrantadas,
cercenado,
irreconocible, de bruces ha
mirado
con el ojo del toro asesinado
y
pidió abrigo, pidió afecto,
demandó
parecerse a los hombres y sus defectos.
Aquí,
bajo los puentes,
los
gallos nocturnos tocan violines
mientras
descubren los techos agrios
que
cobijan a los huérfanos.
La
calidez de las aguas negras
bañan
tus pies malhumorados,
conmovidos,
viajeros,
caminantes
en soledad
de
amaneceres de rostros salinos
y
pellejos mojados.
Ángel
breve, agónico, qué buscas
entre
los pechos del amanecer?
HE BAJADO LAS CALLES
Hay
sed, hay afonía, hay cólera junto a los viaductos
Un
cuerpo yace en la madrugada y después de ella
Algunas
aves observan y resisten
La
matriz ha mencionado tu nombre
Los
muros registran el sentimiento próximo de ausencia
RETORNO
Solo
yo miro el paisaje palidecer?
Solo
yo entre las horas amarillas que caen
como
hojas de algo extraño y perturbado?
Solo
yo escucho el humus de la muerte
de
todas las cosas y todos los seres?
El
vientre me llama
como
la voz de futuro que profetiza
el
silencio, la flor removida, la estancia del sueño.
El
vientre te llama,
no
escuchas el batir de alas en las
bocas
de la tierra?
Y
así como la Aurora regresa al abdomen del cosmos
así
veré mis huesos retornar al vientre materno,
solos,
expansivos en la palabra que borrará
el
paso agitado, la brisa consumida llevará
mi
olor y el color de mis órganos,
se
encargarán del resto el olvido y
el
horizonte que se extingue,
los
anémicos monstruos que me acompañan.
Ingeniero
en computación, nacido en 1965. Gestor cultural miembro del RUAC, Presidente Asociación Cultural Aurora. Miembro de
la Organización Mundial de Trovadores. Tiene un poemario inédito:
"El Hombre fragmentado", registrado en el SENADI y otro en
construcción; dos canciones en calidad de compositor textual: “Aurora de Magia
Blanca” y en colaboración con Aurora Ramírez G.: “Pies al olvido”, inscritas en
el SENADI. Poemas publicados en revistas digitales mexicanas y antologías de
Chile (Editorial Sirena) y Ecuador (Festival Internacional Sangolquí y
Antología digital “Alientos y Gritos Versales”).
Foto: Cortesía del escritor.
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