La
Ausencia
No
encuentro la luz
ni la
esperanza
de
seguir adelante,
en
esta densa bruma;
una
agonía latente
me
aprisiona,
las
campanas tañen
a lo
lejos y el corazón
salírseme
del pecho
es lo
que anhela;
escaparse,
buscar
refugio
en algún
bosque,
esconderme,
gritar,
aullar,
dar
alaridos,
despistarme
y no
encontrar
la
ruta de regreso.
Irme,
estar junto a él,
fundirme
entre sus brazos,
su
ternura infinita
me
arropará por siempre,
solo
entonces
descansaré
tendida
en su regazo.
Dra.
Piedad Romo-Leroux Girón
Psiquiatra
- Escritora
Frases Lapidarias
Enero – 2021
En un día de nostalgia, traemos a la memoria frases lapidarias, que nos sorprendieron con su contenido de sabiduría, mordaz, certero, inquietante, en ocasiones destructivo, dejan lecciones sobre la esencia de la vida, de serena calma, cantos delirantes, alegres armonías. Llevan consigo a veces, profundas decepciones, destiempo en el tiempo, reproches, angustia, adioses, despertares…Hacia dónde conllevan, pregunta que solo será contestada si en verdad han hecho mella en ti. Mensajes certeros, directos, como aquel: “el que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla”, frase de Isabel Allende, o aquella de Don Pedro Calderón de la Barca: “Qué es la vida”, concisa, profunda… “Siempre hay quien ponga malos nombres a la virtud, más siempre son los que no merecen conocerla”, de Francisco de Quevedo, quien a pesar de su severa miopía entregó a la literatura española una extensa y extraordinaria producción literaria; William Shakespeare, hizo de su obra un auténtico tratado de la realidad social de su tiempo: “Ser o no ser, esa es la cuestión”; Oscar Wilde, escritor Irlandés, debido a su ingenio fue y sigue siendo el dramaturgo más notable de su época, en el retrato de Dorian Grey, afirma, “la puntualidad es el ladrón del tiempo”; una historia de sueños rotos, amor no correspondido, sacrificio, la escribió Víctor Hugo, “Los que padecéis porque amáis, amad más todavía, morir de amor es vivir”, durante su exilio en Bruselas, huyendo de Francia, tras organizar la resistencia contra Napoleón III; las novelas de Charles Dickens, que permitieron hacer avances en el pensamiento de la época, Oliver Twist, de profundad sensibilidad social, “Hay grandes hombres, que hacen a todos los demás sentirse pequeños”; Herman Melville y el capitán Ahab en Moby Dick, “La verdad contada de modo inflexible, tendrá siempre sus lados escabrosos”; Feodor Dostyevsky, con Crimen y Castigo, novela policíaca y filosófica, acerca del estudiante, Rodion Raskolnikov, quien asesina a hachazos a una vieja usurera y a una joven que ayudaba en la casa y sin querer se presenta en ese momento, Rodión se entrega y termina condenado durante ocho años en Siberia, novela filosófica y policíaca de este genio del existencialismo y el expresionismo; a él pertenece esta expresión: “El hombre se complace en enumerar sus penas, pero no enumera sus alegrías”. Julio Verne, con Veinte mil leguas de viaje submarino, La isla misteriosa, La vuelta al mundo en ochenta días, lecturas que nos deleitaron en la adolescencia; él es quien nos deja esta frase: “Parece más sabio asumir lo peor desde el principio y dejar que lo mejor llegue como una sorpresa”. León Tolstoi, considerado uno de los más grandes escritores del mundo, autor de Guerra y Paz, Ana Karenina, nos entrega esta máxima: “Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”, reflexiones sobre la sociedad de su época; la obra epistolar de Bram Stoker, nos asombra con esta locución, sobre el vampiro de los Cárpatos, Drácula, “La desesperación tiene su propia calma”; Ulises, una revisión irónica del clásico de Homero, de James Joyce, este Dublinés es uno de los autores más influyente de la literatura universal, con gran sabiduría, nos dice: “No hay pasado, ni futuro, todo fluye en un eterno presente”. Irlanda es tierra de escritores notables, Samuel Becquet, (Abril – 1906 - Dic – 1989), novelista, crítico y poeta, en Esperando a Godot, trata temas como la soledad, el transcurso del tiempo, la vida, la muerte, el sentido del sin sentido de la condición humana, propone un abandono absoluto de la razón: “cada palabra es como una innecesaria mancha en el silencio y en la nada”. El padre de “La metamorfosis”, Frank Kafka, describiendo la alienación del individuo y sus conflictos interpersonales, con esa transformación en la que se vio Gregor Samsa al despertar; de él es esta alocución: “La desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza”; que decir de la polémica historia de amor, entre el profesor Humbert y Dolores, que contó Vladimir Nabokov, en “Lolita”; a él pertenece este pensamiento: “nuestra existencia no es más que un cortocircuito de luz entre dos eternidades de oscuridad”. A sangre fría, de Truman Capote, estremecedor relato sobre el asesinato de la familia Clutter; de él, es esta expresión: “Es mejor mirar hacia el cielo que vivir en él”. Los cuentos de terror de Edgar Allan Poe, maestro de este género, El cuervo, La caída de la casa Usher, nos pasma con esta expresión: “Para nada me asusta el peligro, pero si la consecuencia última: el terror”; el laureado, Gabriel García Márquez y sus Cien años de soledad, El Coronel no tiene quien le escriba, esta última, novela corta de ficción, en donde la pobreza, la soledad, el abandono, son pan de cada día, más el Coronel no pierde la esperanza jamás… este ganador del Nobel de literatura, en 1982, orgullo de Colombia, nos entrega este pensamiento: “ninguna persona merece tus lágrimas y quien se las merezca, no te hará llorar”. Pablo Neruda, el más grande poeta del siglo XX, en cualquier idioma, “es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Tierra de nadie, del uruguayo, Juan Carlos Onetti, nos impresiona con esta alocución: “La literatura es mentir bien la verdad”. El maestro del cuento, el argentino, Jorge Luis Borges y sus frases concisas: “De qué tamaño es la esperanza”, “si pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño, pero ya ven tengo ochenta y cinco años y sé que me estoy muriendo…Rayuela, novela de Julio Cortázar, narra la historia de Ernesto Oliveira y su relación con la maga; es suya esta alocución: “Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. Jorge Amado: Gabriela, clavo y canela, “el perfume del clavo, el olor de la canela, yo vine de lejos, vine a ver a Gabriela”…Octavio Paz, y El laberinto de la soledad, ensayo acerca de la identidad de los mejicanos, ronda el pesimismo e impotencia y como los acontecimientos históricos tienen que ver con estos, nos invita a cavilar: “La luz es el tiempo que se piensa”. La ternura, es el Leiv Motiv en la obra magistral de la chilena, Gabriela Mistral, ella nos dice: “El mundo cambia en un instante y nacemos en un día”, premio Nobel de literatura, otorgado con justicia por primera vez a una mujer iberoamericana en 1945…nos quedan muchos grandes del lenguaje en el papel, habrá tiempo para seguir hurgando en ello.
Dra. Piedad Romo-Leroux
Psiquiatra y escritora
A Yaku
Febrero – 2021
María Piedad Romo –
Leroux Girón
(Psiquiatra y Escritora)
La mañana reluce
en armonía,
se oyen clarines,
repique de tambores,
secreta melodía
en los albores,
colmándonos
de fe y de alegría.
Un indio liberado
de cadenas,
trae matices de luz,
serenas esperanzas,
se escucha un suave
himno en lontananza,
avivando la historia
entre sus venas.
Retentiva, memoria,
paso a paso,
sobrellevando
la pasión de Cristo,
en trabajos forzosos,
despiadados,
con un acento cruel,
impío, malvado.
Mitas y obrajes,
no lograron vencer
tu faz bravía,
los abusos brutales
sometieron a tu raza,
no eran humanos,
eran animales.
Paz infinita
con ese nuevo viento,
de frescura,
sobre todo respeto
a la natura, al agua,
a todo lo que es vida,
que palpita en ese
fresco aliento.
Sortilegio que invita,
a renovar el sueño
adormecido,
en todo aquello que
ya se había perdido.
Vaticinio que acaso
nos traía,
nuevo canto cual
dulce melodía,
vaivén lento,
apacible sinfonía.
Profundo como el eco
de tu estirpe,
vastedad y poderío
de tu raza,
fuerte, imbatible,
que a su paso arrasa,
sin tropiezos, escollos,
libre, vas a tu origen
milenario.
En un canto de amor
imperceptible,
los Andes; esas cumbres
majestuosas,
la Pacha Mama,
la vasta Amazonía,
el mar azul,
vibrante en armonía,
te darán la victoria,
Yaku, está en nuestras
manos,
¡llegó el día!
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