LA CASA DEL BOSQUE (cuento)
La casa del bosque
Olor
a humedad, madera podrida, rocas mohosas, gotas resonando cual eco cavernario.
Abro los ojos y veo justamente lo que mi nariz y mis oídos me habían advertido.
Me encuentro en una especie de caverna oscura, profundamente oscura. La madera
de la vieja casa del bosque finalmente se derrumbó y me dejo caer hasta las
profundidades del averno. Algo desde los recónditos espacios de mi infancia me
atraían a esta casa en medio del bosque. Esta solía ser mi casa, pero pasó
mucho desde aquello.
Me
levanto algo mareado, camino adentrándome a las cavernas. Aunque no creo que
haya forma de salir. El espacio presente pierde su fuerza y el tiempo se impone
en el espacio. Recorro ya no las cavernas, recorro
mis recuerdos de infancia. Aquellas fiestas familiares aquí llevadas, aquellas
risas y lágrimas aquí derramadas. Estoy paseando en el ligero hilo entre los
recuerdos y los deseos. Lo que siempre me trae al anhelo.
Mi
madre era una persona amable, amorosa y siempre preocupada por mí. Mi madre
solía contarme historias para que reconciliara el sueño cuando el rugir de los
lobos era fuerte y afloraban mis miedos. Sus historias eran de paz, eran de
amor, eran fábulas, cada una con una lección.
Mi
madre nos abandonó. Nunca lo terminé de entender, aun hoy el dolor se mantiene
presente. Mi padre siempre me animaría después de aquello. Lo primero que
hicimos fue abandonar la casa del bosque. Mi padre me ayudó a formarme como
persona. Aprendí que los seres queridos más cercanos pueden un día irse sin
más. Irónicamente siempre que podía volvía a la casa del bosque. ¿En busca de
qué? En busca de…
Una luz se hace presente. Se acomodan las cuerdas. El espacio recupera presencia y el tiempo abandona la escena. Como una piedra, así puede pesar la verdad, el valor de la realidad. Veo con mis ojos la blancura de un esqueleto , el valor de la realidad. Veo con mis ojos la blancura de un esqueleto reflejando la luz de la luna. Es mi madre, la que nunca nos abandonó. Es la madre que ahora comprendo, me la arrebataron.
Darío
Calero Pin
Estudia Sociología en la Universidad de Guayaquil. Escribe poesía y cuento. Ha participado en el I Encuentro Internacional de Escritores “Caminantes de las Letras y la Paz”. Obtuvo reconocimiento como Distinguido Visitante Al Mérito Literario, otorgado por la Alcaldía de Daule. Premiado en el I Concurso de Poesía “Etelvina Carbo Plaza (2020). Obtuvo certificado de participación en el III Concurso Nacional de Poesía “David Ledesma”. Consta en la antología poética “Etelvina Carbo Plaza”. Integra el Taller de Escritura Creativa “El árbol del bien y del mal”, dirigido por el escritor y crítico de arte Daniel Calero.
Darío Calero Pin
Estudia
Sociología en la Universidad de Guayaquil. Escribe poesía y cuento. Ha participado en el I Encuentro Internacional
de Escritores “Caminantes de las Letras y la Paz”. Obtuvo reconocimiento como
Distinguido Visitante Al Mérito Literario, otorgado por la Alcaldía de
Daule. Premiado en el I Concurso de Poesía “Etelvina Carbo Plaza (2020). Obtuvo
certificado de participación en el III Concurso Nacional de Poesía “David
Ledesma”. Consta en la antología poética “Etelvina Carbo Plaza”. Integra
el Taller de Escritura Creativa “El árbol del bien y del mal”, dirigido por el escritor y crítico de arte Daniel Calero.
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