Sangra Poesía
Sangra poesía,
decanta el dolor.
No guardes esta madrugada
un secreto ni un susurro.
Solo sangra,
no olvides que la melancolía arrecia,
que es un viento helado
sobre la herida abierta.
Solo tú puedes aliviar
la incertidumbre y el olvido,
hacer romo el filo de esta daga
que cercena los días.
Sangra sobre los pétalos pisoteados
por las botas de la vanidad
Mana el elixir de la vida,
acaríciame el corazón en silencio.
Llévame, con el caudal que desatas,
al último refugio de la ternura.
Solo tú conoces a dónde va el amor cuando muere.
Máscaras
Cuando es amanecer,
del amor brota el rosal del deseo
y se revuelven en un cáliz la luz y las sombras.
Si es tristeza,
dormita tras lluvia;
es un reflejo que nos dice adiós desde la ventana,
con su palma detenida en el tiempo.
Se vuelve nostalgia,
para descomponerse en mil destellos ámbar,
y fugarse raudo al final del horizonte
.
Cuando es esperanza,
yace en el filo de la muerte,
descuelga los minutos del reloj,
soporta las estocadas,
el áspid y la sangre del pedregoso sendero que
transita.
Si elige ser cruel,
brota sus espinas de dos puntas,
y degüella sus flores.
Se regodea en el filo del cuchillo,
en donde mueren el arrepentimiento.
Tiene el odio un hermano
cuyo rostro teme tanto como a la luz,
por eso cuando llega el olvido,
huye de él tan aterrado como el amor.
Si elige ser venganza,
desata los miedos,
oculta la daga detrás de su vestido,
antes de revolverse con su veneno.
Nadie se priva de un recurso para verla sonreír:
los reyes han aniquilado pueblos,
los hermanos se han asesinado,
los fieles amantes se han traicionado.
En ciertas tardes,
en que la venganza olvida que fue amor,
recuerda su feliz infancia cuando la llamaban
Celos.
Hay quienes afirman haberlo visto sin sus máscaras;
logrando encerrar a la cobarde – valerosa ave del
corazón.
Es tan dulce e implacable,
asesino, demiurgo
que aún hoy,
seguimos intentado descifrarlo.
Antídoto
Cuando acaban las palabras,
las miradas,
los silencios,
me quedo solo,
limando los barrotes del pasado.
Se fugan al presente
manos entrelazadas,
besos clandestinos bajo la lluvia,
danza de luces de neón sobre el asfalto.
A la mala esta costumbre de volver a
nuestra mesa
a beberme el café de tus pupilas,
a ver la vida incontenible
y aquello que pudimos ser estallándome en
la cara.
Pero la necia encrucijada me llama
Y le doy otro sorbo de antídoto al olvido.
Destino
Yacía
escondido entre nosotros.
un
silencio que, atroz,
esperaba
su momento
de
tajar invisible el aire de los labios,
con
el filo de la espada
de
un ángel o un demonio vengativo.
Esperaba
paciente
a que las ácidas gotas del tiempo
diluyeran
el sonido alado de las almas
predestinadas
a un número incierto
de
instantes y palabras.
Madrugada
La madrugada llega con el mismo espectro helado
para decirme que en algún lugar del tiempo me esperan sus ojos,
que ella,
con el perfume amasado de la aurora
y su cabello
brotado de las noches estrelladas de insomnio, existe.
Olvido
Visitar las últimas alcobas de tu memoria
buscando trozos de felicidad perdida,
a sabiendas de que la sentencia no admite plegarias,
que el presente es despiadado,
que late tibio y distante,
como el corazón de un ave.
Sentir romperse el hilo que me ata a tus praderas;
saber que ya no vivirán más nuestros susurros en las paredes confidentes,
tener la certeza de que el sol continúa
marcando este lento peregrinaje a la sequía
que inclemente se tomará el único brote del rosal que
plantamos,
mientras llora invisible su
última fragancia,
eso es caminar por el escabroso terreno de tu olvido.
El perdón y el olvido
El perdón es un bajel
que lento arría su velamen hostigado de recuerdos.
Le sigue trémulo el olvido,
velero compañero que acaso llegará al puerto.
Y la esperanza los aguarda
en silenciosa y distante compañía,
encendiendo cada noche su faro inmarcesible
a los piélagos remotos.
Nostalgia
Lo miro y me sorprenden sus ojeras,
sus arrugas nuevas,
sus labios delgados y resecos.
Puedo adivinar,
detrás de su sonrisa ladeada,
el eco de antiguos dolores,
la marca de la infancia,
los resabios de una felicidad antigua.
Veo los miedos y certezas de su frente,
acaso un recuerdo le perfuma
la vida…
él la nombra
y todo su rostro se vuelve nostalgia.
Instante
Yo solo viví
para ese instante,
para el breve
fulgor de tu sonrisa,
sobre el barco
de papel sin timón de la vida.
Para este
abrazo,
última
encrucijada de los deseos.
Cada latido
esperaba esta despedida,
el encuentro
con la muerte anticipada,
cerrar la
puerta al laberinto de tus ojos,
ignorante de
que la abría.
Certeza
Dueles con la lluvia,
en la noche,
como un relámpago
en el pecho.
Con toda la mitad de mí
que te has llevado.
Dueles
con la luna,
en la bruma que no me deja verte
o con el sol que me ciega.
Dueles por esta certeza
de que pasarán siglos y vidas,
muertes y coincidencias
para que nos sorprenda el amor
y vuelvas dolerme.
Vapor
Busco a tientas tu cabello,
vuelvo a deshojar tus labios
a volverme tú entre tus muslos.
En tus pechos late el último estertor
de la única muerte posible entre los dos.
Gimes sobre mí,
y tu llamado atraviesa los siglos;
se entrelazan nuestras almas,
nuestros cuerpos,
a ese instante en que te devoras toda mi luz.
De nuevo la madrugada se evapora,
busco mi camisa,
la corbata y el nudo que nunca logro desatar.
Te susurro en el espejo:
afuera me espera
ese laberinto circular que llaman reloj.
Yo sigo la vida,
aún a sabiendas de que nunca te has ido.
Sosiego
Hay un tiempo en que el
amor,
más que devastadora hoguera del corazón
es sosegada incandescencia del pensamiento...
es la nostalgia de su sombra.
Un amor en que el tiempo
es semilla al borde del ocaso,
antes que frondoso ramo de flores…
Tiempo que disfraza al amor de aurora,
cuando es el eco de la noche.
Risa
En el crepúsculo,
es la guadaña que cercena la muerte;
el medio sol que enciende un irisado aleteo de palomas,
una ola que se desovilla en la arena
trayéndome los tesoros del mar de tus adentros;
el eco tibio de una
catarata cristalina
que me restaña como el
mar a un pescador con sus redes vacías;
el río que me lleva al
despeñadero de tu beso,
un estallido que
espanta los demonios
y se revela en un
secreto destello circular
que muere y que renace
con cualquier excusa...
Todo eso es tu risa.
Secretos
Un
segundo resbala del reloj
y cae en el breve latido de tu pulso.
Tú
simulas de nuevo la muerte en ese sueño,
tan leve como la vida…
Mientras
te recorre el ángel diminuto de mis ojos,
el secreto que yace prisionero tras tus párpados, busca levitar,
como una oscura golondrina, para escabullirse de su cárcel.
Seguro
nunca sabrás que a fuerza de volar dentro de ti,
he descubierto la llave.
Pero
ese es otro secreto.
Ausencia
El alfiler de los días abre
un orificio,
y entras tú a cuentagotas,
a horadar en el corazón la herida
que temo ya no cierre.
Cuando te vuelvas
olvido,
la habré
cauterizado
con la esencia de plata
de tu huella.
Solo me quedará la
sombra de tu sombra,
la primera mirada
cómplice en la madrugada,
el destello, del destello infinito de tus ojos.
Cuando llegue el alba y me
despierte del sueño,
no me quedará más que el eco de tus manos
acariciando esta tristeza con renovados bríos...
Retorno
Tu recuerdo era un leve parpadeo,
un susurro entre los cuadernos sobre tu falda,
la tarde rozándote el rostro arrebolado,
el primer beso,
la congoja anudando la espontánea catarata de tu risa.
Eras el rubor de tus mejillas,
los hilos solares de tu frente entre mis dedos...
los acordes de un vals danzando en tus pies
y un ángel invisible apartando mis manos tu cintura.
La noche me arrastró al vacío,
al laberinto de miradas,
detrás de tu mirada
a tu abrazo escondido,
en una cadena infinita de abrazos.
La tarde envejecía
cuando apareciste para acompasar el tiempo con tus latidos;
a acariciar las canas de mi frente lozana.
El reloj dejaba de martillar su pulso inalterable,
la vida volvía a ser una mariposa
posándose en tus labios de manzana.
Volverás
Un
día,
volveré a ver tu rostro
a sentir tus labios tersos.
Te
acariciaré
con todo el ayer en mis manos.
Serás
la amante golondrina,
que solo espera el alba;
la que se enreda en mis palabras
y me ofrece el laberinto de sus ojos.
Tomaré
tu mano para perdernos
entre los eucaliptos,
crujirán las hojas,
el viento susurrará tu nombre.
Otra
vez serás tú,
no tu reflejo maquillado.
El
gitano relámpago de tu risa
volverá a recordarme
que estamos despiertos en el sueño.
De tanto ser tu
De tanto mirarte
mis ojos se hicieron tuyos.
Mis manos se gastaron en caricias,
hasta sentir lo que tocas.
Con tus labios besé lo que más amaba,
y pronunciaban tus palabras,
y reían con tu música.
De vez en cuando, desovillaba tus recuerdos
para colgarlos en mi memoria,
y tocarlos con mis palmas.
De tanto ser tú,
el tránsito de tus huellas
me llevó a tu dolor más hondo,
el que me despierta las mañanas o me desvela noches,
me lo guardo para aliviarte.
Quizá nunca
lo sepas.
Divorcio
El limbo es un trozo de
hielo en el pecho,
en donde la flor ha sangrado
a cuentagotas sus pétalos.
Las telarañas del tiempo,
laboriosas puntadas de cuentas y recuerdos,
pesan en las esquinas de
esta casa.
Nos miramos,
con cuidado de apagar todas
las briznas de la fogata que una vez encendimos,
seguros de que fuimos los
estudiantes ardorosos, clandestinos,
que hoy censuramos
implacables.
Bebemos el último sorbo de
café,
arrasamos hasta la última
palabra que nos correspondía decirnos en la vida,
conscientes de que, detrás
de la nubosidad,
laten los rostros del rosal
que plantamos,
como retazos de la eternidad
que nos juntó un instante.
Y nos despedimos para
cumplir con el destino de ser otros,
a sabiendas de que el amor
es una tarde
en que nos entregamos a la
dicha de ser hojas al viento
ignorando la sentencia de la
vida.
Límite
En algún lugar del universo
yace el límite del amor,
lo miramos latir,
como aquellas estrellas
que creemos vivas
solo por su resplandor.
Extiende una capa sedosa
sobre el corazón desvencijado,
para que vuelva a cabalgar
sobre los caminos del azar.
Nos advierte del engaño,
aún conscientes de la burla
buscamos infructuosamente
dónde comienza
o dónde termina.
Volvemos a apostar
y él, infinito,
vuelve a indicarnos el camino.
John Solís Rodríguez
(Quito-1974). Licenciado en Comunicación
con especialización en Literatura por la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador (PUCE). En 2012 fue galardonado con el primer
lugar en el concurso “Órbita Literaria” (Barcelona – España). Al momento
trabaja en proyectos educativos de lectura, así como en la recolección de sus
escritos.
Foto: Cortesía del escritor.
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