DOLORES FRANCO Y SU POESÍA
AMATORIA
Dolores Franco Chiluiza
19
de febrero de 2021
Qué sentimiento avasalla
más nuestros sentidos?
El amor, el desamor,
el orgullo o la soberbia?
están acaso ellos inmersos
en el mismo torbellino?
El amor
correspondido nos hace estallar de alegría
nos envuelve una
magia, parece que hasta el sol nos sonríe,
la imagen de ese ser
único, por doquier nos persigue,
somos amos del mundo,
capaces de vencer lo imposible.
El desamor es
heredero directo del amor frágil
como cristal roto
en mil pedazos,
cuyas aristas nos perforan el
alma,
nos vuelve
taciturnos, hasta nos molesta respirar
la vida ya no tiene
sentido,
el mundo a cada instante
se acaba…
Cuando sentimos amor,
habrá momentos
de desamor,
soberbia inconfesable,
impotentes al
no mirarnos
en aquel
ser reflejados.
Entonces, el amor se convierte
en orgullo irracional
y soberbia, ante el rechazo
de mil
formas disfrazado
percibido como,
tal o imaginado.
Juramos nunca retornar
este camino ya truncado.
Pero ¡no! …, Con profunda
FE SÍ SE PUEDE
tomar esos trozos
de lo bueno,
borrar las aristas,
aquello que nos hirió
Unirlos, unirlos y no
habrá cicatrices,
quedarse con lo
vivido, lo bello.
¡Bendito amor!…
Es mejor
de la vida
aspirar el néctar de ilusiones sublimes…
¡TENGO MIEDO!
Dolores Franco Ch.
Quito, 23 de enero de 2021
Tengo
miedo que algún día al despertar
no
pueda reflejarme en tu rostro,
que tu
sonrisa se convierta en reproches
del
insomnio en las solitarias noches,
que la muerte celosa, de mi lado te arranque
y el
latir de tu pecho ya no pueda escuchar.
¡Tengo
miedo no asir tu mano
en el camino a la Eternidad!
NARRATIVA:
PETIT, EL PAJARITO COJO
UNA HISTORIA EN LA GRAN CIUDAD
Dolores Franco Chiluiza
Quito, 21 de enero de 2021
PETIT, EL PAJARITO COJO
UNA HISTORIA EN LA GRAN CIUDAD
Dolores Franco Chiluiza
Quito, 21 de enero de 2021
Ustedes pueden imaginarse una ciudad con muchos habitantes, incesante ruido de los automotores, gente presurosa para ir al trabajo, a los estudios o de compras; una ciudad donde hay pocos árboles, donde las aves difícilmente pueden hacer sus nidos, poca comida y la gente no tiene tiempo para detenerse a mirar los escasos árboles. Allí comienza nuestra historia, en un barrio con mucho bullicio, en una casa que por suerte hay tres árboles: una palmera, uno de aguacate, uno de taxo y un jardín. Alexandra, una señora amable de mediana edad, vive en una amplia casa, que por la pandemia del Covid 19, ha tenido que realizar teletrabajo. Una mañana, con sol radiante, se dio cuenta que un pequeño pajarito entraba a su casa porque las puertas estaban abiertas para mejorar la ventilación. Sus trinos le llamaron la atención y trataba de ubicarlo, pero él volaba muy rápido con temor, tratando de encontrar la salida; tropezaba con los vidrios de las ventanas, pues se confundía porque eran muy transparentes; desesperado intentaba una y otra vez salir sin ningún resultado; de tal manera que Alexandra prefirió salir del aposento para que él se tranquilizara y buscara la salida.
El jardín de la casa con flores multicolores no era lo que el pajarito deseaba, él quería entrar a la casa. Les digo cómo era su apariencia: muy pequeño , de plumas negras y amarillas,
pequeña cola, ojos negros brillantes, muy nervioso, entraba a la casa...,
¿a buscar qué? ¿Qué significaba aquella
actitud? ¿Acaso le faltaba agua o comida? Alexandra decidió
ponerle un nombre, lo llamó
Petit (pequeño, en idioma francés). También creyó conveniente dejar
migas de pan cerca a la puerta. Así pasaron los días, hasta que Alexandra se dio cuenta
que Petit había traído otro pajarito. Era su novia. Lo cierto era que compartían la comida amigablemente. Pero..., ¡OH, sorpresa!, las palomas del barrio llegaban por montones
y en un santiamén se comían todo, hasta se peleaban entre ellas. Petit desde
lejos contemplaba con pena que no dejaban
nada para él y su novia. Así pasaron días hasta que
Alexandra se quedaba mirando escondida y
se dio cuenta del problema. Por eso dejó comida dentro de la puerta, cerca de
la salida. Petit, muy tímido, se
acercaba mirando que nadie estuviera allí. Entraba muy despacito, comía aprisa,
llevaba comida en su garganta, ¿adivinen
para quién? ¡Pues claro..., para su
novia!; pero una paloma entró intempestivamente,
lo picoteó y se apoderó de la comida. ¡¡Qué barbaridad!!. Petit era muy pequeño y no podía
defenderse. Cuando Alexandra, al percatarse de esta injusticia, espantó a la
paloma y Petit al no poder salir por el miedo,
brincaba y brincaba; entonces Alexandra notó que sólo tenía una sola patita. ¿Qué
le había pasado?. ¿La perdió porque algún otro
animal lo había golpeado?, tal vez..., ¿una
infección? o más aún..., ¿había nacido
así? Era un pequeño discapacitado. Alexandra
optó por hacer un hueco en la puerta para que los dos pajaritos pudieran entrar
y comer lo necesario sin problemas. Ya
eran amigos de Alexandra, a tal punto que cuando ella caminaba por el jardín, Petit y su novia
trinaban, (a manera de saludo) o cuando ella tenía que salir de compras,
también la saludaban. Petit y su novia
ya no le temían.
Se acercaban confiados, las palomas tuvieron que alejarse y comprender que no podían golpear a los más pequeños. Había surgido una linda amistad entre Alexandra, Petit y su novia. Es más, Alexandra nunca pensó encerrarlos en una jaula, porque prefería verlos volar libres; para eso DIOS Y LA NATURALEZA LES HICIERON SUS ALAS…
Dra. Dolores Franco Chiluiza
Doctora en Medicina, especializada en Alemania.
Escribe poesía y cuento. Ha participado en el I Encuentro Internacional de
Escritores “Caminantes de las Letras y la Paz”. Obtuvo reconocimiento como
Distinguida Visitante Al Mérito Literario, otorgado por la Alcaldía de
Daule. Dirige un grupo cultural de exbecarios de Alemania. Integra
el Taller de Escritura Creativa “El árbol del bien y del mal”, dirigido por el escritor y crítico de arte Daniel Calero.
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